domingo, 26 de julio de 2015

Más allá de la indulgencia y la represión.

Más allá de la indulgencia y la represión

Vuélvete más observador y habrá menos cólera, menos avaricia y menos celos.

Yo no te digo:' No estés enojado', porque eso es lo que se ha dicho a través de los tiempos. Tus supuestos santos te han estado diciendo, “¡no estés enojado!”, así que has aprendido formas de reprimir la cólera. Pero cuanto más reprimes la cólera, más grande es el inconsciente que estás creando en ti. Estás arrojando cosas al sótano, y luego estarás asustado de entrar al sótano, porque todas estas cosas — la cólera y la avaricia y el sexo — están allí. ¡Tú lo sabes! Tú los has estado arrojando allí. Toda clase de desperdicios está allí, y son peligrosos, venenosos. No estarás listo para entrar.

Es por eso que la gente no desea entrar, porque entrar significa encontrar todas estas cosas. Y nadie desea encontrar estas cosas; uno desea evitarlas. Durante miles de años te han dicho que reprimas, y debido a la represión te has vuelto cada vez más inconsciente. Yo no te puedo decir que reprimas. Quisiera decirte justo lo contrario: no reprimas; observa, estáte alerta.

Cuando se presente la cólera, siéntate en tu habitación, cierra tus puertas y obsérvala.

Tú conoces solamente dos maneras: o bien estar enojado, ser violento, destructivo, o reprimirlo. Tú no conoces la tercera manera, y la tercera manera es la manera de los budas: ni te complaces ni reprimes; observas.

 

La indulgencia crea hábito. Si te enojas hoy y otra vez mañana, y pasado mañana de nuevo, estás creando un hábito; te estás condicionando a estar cada vez más enojado. Así que la indulgencia no puede sacarte de ello.

Aquí es donde el movimiento moderno para el crecimiento se encuentra estancado. Los grupos de encuentro, la terapia primal, la gestalt, la bioenergética… y muchas cosas hermosas están sucediendo en el mundo, pero en cierto punto están estancadas. Su problema es: enseñan expresión, y eso es bueno, es mucho mejor que represión.

Si sólo se da esta opción, reprime o expresa, entonces yo sugeriría expresar. Pero ésta no es la elección real; hay una tercera alternativa, mucho más importante que estas dos.

 

Si expresas, te habitúas a ello; aprendes haciéndolo repetidas veces; no puedes salir de esto.

En esta comuna están funciondo por lo menos cincuenta grupos de terapia, por cierta razón. Es sólo para equilibrar los miles de años de represión; es sólo para equilibrar. Es sólo para traer a la luz todo lo que habéis reprimido como cristianos, hindúes, musulmanes, jainas, budistas. Es sólo para deshacer el viejo daño que durante siglos se te ha hecho.

Pero recuerda, estos grupos no son el final; te preparan solamente para la meditación. No son la meta; son sólo medios simples para deshacer el mal del pasado.

 

Una vez que has arrojado de tu sistema todo lo que has estado reprimiendo toda tu vida, tengo que conducirte hacia la observación. Ahora será más fácil observar.

La indulgencia crea un hábito, la represión acumula el veneno en el interior. En indulgencia tú lanzas el veneno a otros, pero ellos no van a permanecer callados; te lo lanzarán de regreso. Se convierte en un combate: tú lanzas tu cólera a otros, ellos te lanzan su cólera, pero nadie recibe ayuda, todos resultan lastimados y heridos.

Y si reprimes... Debido a esta futilidad de la indulgencia, los sacerdotes inventaron la represión. Te mantiene fuera de peligro. La represión te hace un buen ciudadano, un caballero. Te mantiene fuera de los peligros de ser atrapado por la ley, de entrar en enemistad; te mantiene tranquilo. La represión te ayuda a volverte una persona social mejor, eso es cierto. Pero te crea una herida por dentro, sólo una herida, y el pus va acumulándose en el interior. El exterior funciona como un agente lubricante, pero por dentro te enfadas cada vez más.

Medita; meditación significa observación y alcanzarás la libertad y la dicha.


Osho, The Dhammapada: The Way of the Buddha, Vol. 1, charla #5
 

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