Apuntes sueltos de la
conferencia de Thich Nhat Hanh en la inauguración de las Jornadas
internacionales de “Mindfulness” en educación. “Escuelas despiertas”.
Barcelona, universidad central, 9 de mayo de 2014.
Ser feliz es un hábito. Hemos de desarrollar el hábito de ser paz y felicidad. Si llevamos nuestra atención a la respiración algo grande acontece. Tu mente se libera de cualquier otra cosa, como los remordimientos y las cosas del pasado. Al mismo tiempo, soltamos nuestro miedo y nuestra incertidumbre hacia el futuro. Unos segundos pueden ser suficientes para proporcionarnos libertad con respecto al pasado y el futuro. Inspirar puede ser algo agradable, placentero. La energía de la plena conciencia nace en el momento en que inspiras. La respiración nos ayuda a mantenernos en el momento presente. Sólo necesitas unos segundos para devolver la mente a tu cuerpo.
La alegría y la paz están disponibles en el momento presente. No estás perdido en el pasado, ni en el futuro. Al regresar tu mente a tu cuerpo, entras en contacto con las maravillas de la vida que están ahí. Quienes estamos acostumbrados estos ejercicios, sabemos que cuando respiramos, entramos en plena conciencia. Nuestro cuerpo es una maravilla. Si notas que tienes tensión, puedes ayudar a relajar tu cuerpo con la respiración. Esta es un de las principales prácticas del “mindfulness”. Inspirando tomo conciencia, expirando suelto el cuerpo.
En su ámbito, los estudiantes también van acumulando tensiones. La práctica de la inspiración y la respiración consientes no exige ser budista… La energía de la concentración, nace de la plena conciencia. Ello nos trae también la semilla de la visión profunda… No necesitamos más para ser felices aquí ahora. Somos mucho más afortunados que mucha gente en este planeta. Inspirando por ejemplo me hago consciente de mis ojos. Me doy cuenta de que están en muy buenas condiciones, ello ya constituye una razón para la felicidad.
Podemos generar dentro de nosotros felicidad, no debemos de correr hacia el futuro para crear felicidad.Un practicante de “mindfulness” sabe crear condiciones de felicidad en cada instante. Podemos combinar respiración y pasos. Poniendo atención en esos pasos que tocan la tierra. Camina como si estuvieras besando la Madre Tierra, Eres plenamente consciente de tus pies tocando la Madre. Mientras tocas suelo puedes decir: “He llegado. Estoy aquí”. He llegado al destino de la vida, porque la vida está aquí y ahora. He llegado al momento presente donde la vida esta disponible. Llegas a cada paso, llegas a cada respiración. Has estado corriendo detrás de cosas a lo largo de la vida, pero ya estás aquí…
Hemos sacrificado el presente por el futuro. Ya no queremos correr, pues nos sentimos confortables en el momento presente. Paramos a cada paso y decimos “He llegado”. Quienes hemos practicado un poco, podemos estar llegando a cada paso. Invierte todo tu cuerpo y tu mente en ese paso. Invierte todo tu ser. Sonríe por esa victoria y da otro paso. Mi casa está aquí en el momento presente. Si sabes caminar viviendo el momento presente, te darás cuenta de que el Reino de Dios está aquí y ahora. Un paso te puede permitir entrar en el aquí y ahora a cada instante… Basta que observes atentamente una flor para poder ver el Reino de Dios ahí, en ella… En realidad es lo mismo una flor, un pájaro, una nube… Si entras en contacto profundo con estos elementos te darás cuenta de que el Reino de Dios está siempre a tu alcance. El Reino de Dios permanentemente disponible, ¿pero estás tu disponible? Entras en el Reino practicando cada día de una forma más profunda. La verdadera felicidad está hecha de amor, compasión, concentración… Podemos generar esos elementos de felicidad en cualquier momento. La práctica de la plena conciencia es el arte de la permanente alegría. Con energía de la plena conciencia puedes manejar aquellas coyunturas dolorosas. Puedes sonreír al sufrimiento y abrazarlo en tu interior.
En un comienzo alguien entrenado en la plena conciencia nos puede ayudar. Con la práctica sufriremos menos. En el caso que ahora nos atañe de los estudiantes, aunque sean jóvenes albergan ya dolor en su interior y la práctica de plena conciencia le puede sin duda ayudar. La compasión tiene el poder de sanar la ira y las emocionalidades negativas. La ira nos enferma. Si no nos desprendemos del sufrimiento, seremos su víctimas. Si sabes cómo sufren por ejemplo los estudiantes, les puedes ayudar.
Puedes ayudar a superar el sufrimiento bien hablando o escuchando: “Dime qué hay en tu corazón, háblame de tus dificultades, ayúdame a comprender.” Durante la escucha puedes hacer emerger la compasión, y esta compasión te protege. Palabras amargas pueden sembrar semillas amargas dentro de ti. Inspirando te recuerdas. Estás escuchando a una persona con un solo propósito: que se vacíe. No puedes trasformar esa situación en una dialéctica. Escucha y mantén la conciencia. Estás protegido por la compasión y puedes estar ahí durante una hora si es preciso.
Si queremos ayudar a los demás hemos de escuchas previamente nuestro propio sufrimiento. Cuando ya hemos escuchado nuestro propio sufrimiento, podemos escucha el sufrimiento del prójimo. Entonces podemos practicar con nuestros colegas, pues todos sufrimos. Los estudiantes piensan que sólo ellos sufren y que por el contrario los profesores no sufren. A los profesores les puede ocurrir por su parte otro tanto. Sin embargo los profesores no hemos sabido abordar el sufrimiento. Ahora podemos ayudar al estudiante, mediante la escucha profunda, a desprenderse del sufrimiento. Comprendiendo el sufrimiento, sabremos cómo enseñarles a que sufran menos, ayudarles a que sufran menos. Nuestro aula será de esta forma un espacio de más paz y alegría. Cuando vives en paz y en alegría estás en condiciones de transmitir esa paz y esa alegría a tus congéneres. Después de haber ayudado a la familia, podrás ir a los compañeros de trabajo, a los estudiantes. El principio al fin y al cabo es el mismo, es decir que ellos vuelvan a sí mismos y puedan ayudar a otros.
El camino hacia fuera está adentro. Disfruta del Reino de Dios a cada paso. Hemos de entrenarnos a caminar en el Reino de Dios. Por ejemplo pronuncio “He llegado” (Dos veces). “Estoy en casa” (Tres veces). En realidad puedes inventarte tú mismo tus propias palabras para ayudarte. Esa es la dirección del Reino de Dios. “Soy sólido, soy libre…” Te anclas en el momento presente y cultivas la solidez. Al estar establecidos firmemente en el momento presente, somos libres. Caminamos como personas libres. Disfruta cuando apagas “la radio” constante de tus pensamientos. Hazte al hábito de disfrutar de tus pasos y de la respiración. La solidez y la estabilidad te aporta felicidad. “Soy sólido y por lo tanto soy libre.”
Podemos igualmente generar juntos una energía poderosa que auspicie la transformación. Esto se aplica también al comer consciente. De esta forma disfrutamos por supuesto de la comida, pero también de la presencia del grupo. Todo el mundo puede contribuir a sumar a la energía de la plena conciencia. Por poner un ejemplo: Un segundo es suficiente para ver el sol dentro de la zanahoria, el sol, las nubes, el agua, la tierra…, también al propio el labrador. En un solo segundo de contacto antes de la ingesta, te puedes poner en realidad en contacto con todo el universo.
Observa que en realidad, ese simple trozo de zanahoria representa el cosmos infinito. En el marco del sacramento de comunión católica, se realiza algo semejante. En ese sacramento entramos igualmente en contacto con el sol, la madre tierra, el cosmos… Ellos llegan a ti como amor. Basta masticar con conciencia ese trozo de zanahoria. En ese instante no llegan tus miedos. En ese instante sólo desembarca el agradecimiento, la admiración por la zanahoria. A mismo tiempo sientes la presencia de los demás compañeros generando la energía de la plena conciencia y de la alegría.
El noble silencio es muy elocuente. El noble silencio nos susurra la unidad, la hermandad. En Plum Village compartimos así nuestra comida y nuestra cena y nos damos cuenta de que son francamente nutritivas. Por último hemos de decir que la campana es también un recuerdo, un llamado para aparcar nuestros pensamientos y volver a nuestra casa aquí y ahora. En realidad podríamos decir que el sonido del “gong” no se acerca de fuera. Viene del Buda de dentro de nosotros que nos dice que volvamos a casa, que volvamos a estar vivos, que resucitemos. Sin plena conciencia no estamos vivos. La campana nos ayuda volver a nosotros mismos. La plena conciencia viene a ser algo así como el Espíritu Santo en el marco de la tradición católica. La plena conciencia tiene la capacidad de sanar y Jesús estaba habitado del Espirítu Santo.
Durante el tiempo que nos sentamos y respiramos juntos la campana nos ayuda a volver al aquí y el ahora. No escuchamos sólo con nuestros oídos, podemos escuchar igualmente con cada una de nuestras células. En ese instante tal vez podamos también invitar a todos nuestros antepasados. En realidad nuestros antepasados están vivos en cada célula y podemos volver con ellos en cada sonido de la campana. Podemos invitar a los antepasados a que escuchen también la campana. El maestro de la campana está ahí para invitarnos a volver sobre nosotros mismos. Escuchamos, escuchamos, escuchamos… Este sonido nos retorna a nuestro verdadero hogar, nuestra verdadera casa que está aquí y ahora. Este maravilloso sonido me ayuda a volver al Reino de Dios. Todo eso lo vamos a hacer juntos. Ello nos ayudará a sanar.
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