El problema como un tónico para el ego - Osho.
El
ego no se siente bien, a gusto, con montículos; quiere montañas.
Incluso si es una desdicha, no debería ser un montículo, debería ser un
Everest. Aunque es desdichado, el ego no desea ser ordinariamente
desdichado; desea ser ¡extraordinariamente desdichado!
La gente
sigue y sigue creando grandes problemas de la nada. ¡He hablado con
miles de personas sobre sus problemas y aún no he dado con un verdadero
problema! Todos los problemas son falsos... los creas porque sin
problemas te sientes vacío. No hay nada que hacer, nada contra qué
luchar, ningún lugar a dónde ir. La gente va de un gurú a otro, de un
maestro a otro, de un psicoanalista a otro, de un grupo de encuentro a
otro, porque si no van, se sienten vacíos, y de pronto sienten que la
vida no tiene significado. Creas problemas de modo que puedas sentir que
la vida es un gran trabajo, un crecimiento, y tienes que luchar duro.
El
ego sólo puede existir cuando lucha, recuerda... cuando lucha. Y si te
digo, 'Mata tres moscas y te iluminarás', no me creerías. Dirás, '¿Tres
moscas? Eso no parece ser mucho. ¿Y me iluminaré? Eso no parece ser
probable'. Si te digo que tendrás que matar setecientos leones, por
supuesto ¡eso sí tendrá más sentido! Cuanto mayor es el problema, mayor
es el desafío... y con el desafío el ego aparece, vuela alto. Tú creas
los problemas. Los problemas no existen.
Los sacerdotes y los
psicoanalistas y los gurúes, son felices porque su negocio entero existe
gracias a ti. Si no creas montículos de la nada y no conviertes tus
montículos en montañas, ¿qué sentido tiene que los gurúes te estén
ayudando? Primero tienes que estar en forma para ser ayudado.
Los
verdaderos maestros han estado diciendo algo más. Han estado diciendo,
'Por favor mira lo que estás haciendo, qué disparate estás haciendo.
Primero creas un problema, luego vas en busca de una solución. Sólo mira
por qué estás creando el problema, justo exactamente al comienzo,
cuando estás creando el problema, está la solución ¡no lo crees!' Pero
eso no te atraerá porque entonces de repente eres arrojado de vuelta a
ti mismo. ¿Nada que hacer? ¿Ninguna iluminación? ¿Ningún satori? ¿Ningún
samadhi? Y estás profundamente inquieto, vacío, intentando atiborrarte
con lo que sea.
Tú no tienes ningún problema; solamente esto tiene
que ser entendido. En este mismo momento puedes soltar todos los
problemas porque son tus creaciones. Dale otra mirada a tus problemas:
entre más profundo mires, más pequeños parecerán. Continúa mirándolos y
poco a poco empezarán a desaparecer. Continúa mirando fijamente y de
pronto encontrarás que hay vacío... un hermoso vacío te rodea. Nada que
hacer, nada que ser, porque ya eres eso.
La iluminación no es algo
para ser alcanzado, es sólo para ser vivida. Cuando digo que alcancé la
iluminación, simplemente me refiero a que decidí vivirla. ¡Ya es
suficiente! Y desde entonces la he vivido. Es una decisión el que ahora
no estás interesado en crear problemas, eso es todo. Es una decisión el
que ahora has acabado con todo este absurdo de crear problemas y de
encontrar soluciones.
Todo este absurdo es un juego que estás
jugando contigo mismo: tú mismo te estás ocultando y tú mismo te estás
buscando, eres ambas partes. ¡Y lo sabes! Por eso es que cuando lo digo,
sonríes, te ríes. No estoy hablando de algo ridículo; tú lo entiendes.
Te estás riendo de tí mismo. Sólo obsérvate al reír, sólo mira tu propia
sonrisa; ¡tú la entiendes! Tiene que ser así porque es tu propio juego:
estás escondiéndote y esperándote para poder buscarte y encontrarte.
Puedes encontrarte ahora mismo porque eres tú el
que se está escondiendo. Por eso es que los maestros Zen continúan
golpeando. Siempre que alguien llega y dice, 'Me gustaría ser un buda,'
el maestro se enoja mucho. Porque está preguntando algo absurdo, él es
un buda. Si Buda viene a mí y pregunta cómo ser un buda, ¿qué se supone
que yo haga? Golpearé su cabeza. ¿'A quién crees que estás engañando?
¡Eres un buda!'.
No te crees un problema innecesario. Y la
comprensión amanecerá en ti si observas cómo haces un problema más y más
y más grande, cómo lo haces girar, y cómo ayudas a que la rueda se
desplace más rápido, más rápido y más rápido. Entonces de pronto estás
en la cima de tu desdicha y estás necesitando la compasión de todo el
mundo.
El ego necesita algunos problemas. Si entiendes esto, en el
entendimiento mismo las montañas se convierten en montículos otra vez, y
entonces también los montículos desaparecen. De pronto hay vacío, vacío
puro en todas partes. De esto se trata la iluminación: una profunda
comprensión de que no hay problema. Entonces, sin ningún problema para
solucionar, ¿qué harás? Inmediatamente empiezas a vivir. Comerás,
dormirás, amarás, tendrás una charla, cantarás, bailarás. ¿Qué más hay
que hacer? ¡Te has convertido en un dios, has empezado a vivir!
Si
la gente puede bailar un poco más, cantar un poco más, estar un poco
más loca, su energía fluirá más, y sus problemas poco a poco
desaparecerán. De ahí que insisto tanto en la danza. Baila hasta el
orgasmo; deja que toda la energía se convierta en danza, y de pronto
verás que no tiene cabeza alguna. La energía atorada en la cabeza se
está moviendo por todas partes, creando hermosos patrones, imágenes,
movimiento. Y cuando bailas llega un momento en que tu cuerpo deja de
ser algo rígido, se vuelve flexible, fluyendo. Cuando bailas viene un
momento en que el límite ya no está tan claro; te derrites y te fundes
con el cosmos, los límites se están mezclando. Entonces no creas ningún
problema.
Vive, baila, come, duerme, haz las cosas tan totalmente
como sea posible. Y recuerda una y otra vez: siempre que te veas creando
cualquier problema, escúrrete de él, inmediatamente.
Osho
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