¿Cómo desarrollar un carácter lo suficientemente fuerte para que no me afecte nada y no pierda la postura?
Ve al mar, y observa el mar. Millones de olas están allí, pero en el fondo de su profundidad el mar permanece tranquilo y silencioso, profundo en meditación. La agitación está sólo en la superficie, sólo en la superficie donde el mar se encuentra con el mundo exterior, los vientos. Por lo demás, en sí mismo, siempre permanece igual, ni siquiera una onda; nada cambia.
Es lo mismo contigo. Sólo en la superficie donde te encuentras con otros hay agitación, ansiedad, ira, apego, avaricia, lujuria sólo en la superficie adonde los vientos llegan y te tocan. Y si permaneces en la superficie no puedes alterar este fenómeno que cambia; seguirá estando allí.
Osho, Beyond Psychology, charla #19
Mucha gente intenta cambiarlo allí, en la circunferencia. Luchan con él, intentan no permitir que una ola surja. Y con su lucha las olas surgen aún más, porque cuando el mar lucha con el viento habrá más agitación: ahora no sólo el viento ayudará, el mar también ayudará; habrá un enorme caos en la superficie.
Todos los moralistas intentan cambiar al hombre en la periferia. Tu carácter es la periferia: tú no traes ningún carácter al mundo, llegas absolutamente sin carácter, una hoja en blanco, y todo lo que llamas tu carácter es escrito por otros. Tus padres, la sociedad, los profesores, las enseñanzas, todos son condicionamientos. Tú vienes como una hoja en blanco, y cualquier cosa que esté escrita en ti viene de otros; así que a menos que te conviertas en una hoja en blanco de nuevo, no sabrás qué es la naturaleza, no sabrás qué es Brahma, no sabrás qué es Tao.
Así que el problema no está en cómo tener un carácter fuerte, el problema no está en cómo lograr que no haya ira, en cómo no ser perturbado no, ese no es el problema. El problema es cómo cambiar tu consciencia de la periferia al centro. Entonces de repente ves que siempre has estado tranquilo. Entonces puedes mirar la periferia a distancia, y la distancia es tan vasta, infinita, que puedes observar como si no te está sucediendo a ti. De hecho, nunca te sucede a ti. Incluso cuando te pierdes totalmente en ello, nunca te sucede a ti: algo en ti sigue sin ser perturbado, algo en ti permanece más allá, algo en ti sigue siendo un testigo.
Entonces todo el problema para el buscador está en cómo cambiar su atención de la periferia al centro; cómo integrarse con eso que no está cambiando, y no identificarse con eso que es sólo un límite. En el límite los otros son muy influyentes, porque en el límite el cambio es natural. La periferia seguirá cambiando; incluso la periferia de un buda cambia.
La diferencia entre una buda y tú no es una diferencia de carácter, recuerda esto; no es una diferencia de moralidad, no es una diferencia en virtud o no virtud, es una diferencia sobre dónde estás situado.
Estás situado en la periferia; un buda está situado en el centro. Él puede mirar su propia periferia a distancia; cuando lo golpeas él puede verlo como si tú hubieras golpeado a otro, porque el centro está muy distante. Es como si él fuera un observador en las colinas y algo estuviera sucediendo en los valles y él pudiera verlo. Esto es lo primero que hay que entender.
Lo segundo: es muy fácil controlar, es muy difícil transformar. Es muy fácil controlar. Tú puedes controlar tu ira, ¿pero qué harás? la reprimirás. ¿Y qué sucede cuando reprimes cierta cosa? La dirección de su movimiento cambia: estaba saliendo, y si la reprimes, empieza a entrar; sólo su dirección cambia.
Y para la ira salir era bueno, porque el veneno necesita ser arrojado al exterior. Es malo que la ira se mueva dentro, porque eso quiere decir que toda la estructura del cuerpo y mente será envenenada por ella. Y entonces, si tú continúas haciendo esto durante mucho tiempo como todos lo ha estado haciendo... porque la sociedad enseña control, no transformación.
La sociedad dice, Contrólate, y a través del control, todas las cosas negativas han sido arrojadas más y más profundo al inconsciente, y entonces se convierten en algo constante dentro de ti. Entonces no es cuestión de estar enojado algunas veces y otras no; tú simplemente estás enojado. A veces estallas, y a veces no estallas porque no hay excusa, o tienes que encontrar una excusa. Y recuerda, ¡puedes encontrar una excusa dondequiera!
Tú estás enojado. Como has reprimido tanta ira, ahora no hay momentos en que no estés enojado; cuando mucho, a veces estás menos enojado, a veces más. Todo tu ser está envenenado por la represión. Tú comes con ira y hay una diferente cualidad cuando una persona come sin ira: es hermoso observarla, porque come sin violencia. Puede estar comiendo carne, pero come sin violencia; tú puedes estar comiendo solamente verduras y frutas, pero si reprimes la ira, comes violentamente.
Entonces esto se moverá de todas las formas, en cada escena de tu vida: tú harás el amor, pero se parecerá más a la violencia que al amor, tendrá mucho de agresión. Como nunca te observas con el otro haciendo el amor, no sabes qué está sucediendo, y no puedes saber qué te está sucediendo a ti porque casi siempre te sientes con mucha agresión.
Es por ello que un orgasmo profundo a través del amor se vuelve imposible porque en lo profundo tú tienes miedo de que si te mueves totalmente sin control, puedes matar a tu esposa o matar a tu amada, o la esposa puede matar al marido o al amante. ¡Llegas a estar tan asustado de tu propia ira! La próxima vez que hagas el amor, observa: estarás realizando los mismos movimientos que se hacen cuando eres agresivo. Observa el rostro, ¡ten un espejo alrededor para que puedas ver qué le está sucediendo a tu rostro! Todas las distorsiones de la ira y de la agresión estarán ahí.
Con la represión, la mente se divide. La parte que aceptas se convierte en el consciente, y la parte que niegas se convierte en el inconsciente. Esta división no es natural, la división sucede debido a la represión. Y en el inconsciente tú sigues arrojando toda la basura que la sociedad rechaza pero recuerda, cualquier cosa que arrojas allí se convierte cada vez más en parte de ti: entra en tus manos, en tus huesos, en tu sangre, en el latido de tu corazón. Ahora los psicólogos dicen que casi el ochenta por ciento de las enfermedades son causadas por emociones reprimidas: muchos paros cardíacos quieren decir que mucha ira se ha reprimido en el corazón, tanto odio que el corazón es envenenado.
¿Por qué? ¿Por qué el hombre reprime tanto y se vuelve enfermizo? Porque la sociedad te enseña a controlar, no a transformar, y el camino de la transformación es totalmente diferente. Porque efectivamente, el control no es en absoluto la manera, es justamente lo opuesto.
Lo primero: al controlar tú reprimes, en la transformación expresas. Pero no hay necesidad de expresar frente a alguien más, porque el otro es simplemente irrelevante. La próxima vez que te sientas enojado ve y corre alrededor de la casa siete veces, y después siéntate debajo de un árbol y observa a dónde ha ido la ira. Tú no la has reprimido, no la has controlado, no se la has arrojado a alguien más porque si la lanzas a otro se crea una cadena, debido a que el otro es tan tonto como tú, tan inconsciente como tú. Si la lanzas a otro, y si el otro es una persona iluminada, no habrá problema; él te ayudará a arrojarla y liberarla y a pasar por una catársis. Pero el otro es tan ignorante como tú; si le lanzas tu ira él reaccionará. Él te lanzará más ira, él está tan reprimido como tú. Entonces se hace una cadena: tú se la lanzas a él, él te la lanza a ti, y ambos os volvéis enemigos.
No se la arrojes a nadie. Es lo mismo que cuando sientes ganas de vomitar: tú no vas y vomitas sobre alguien. La ira necesita un vómito. ¡Tú vas al cuarto de baño y vomitas! Limpia el cuerpo entero; si reprimes el vómito será peligroso, y cuando hayas vomitado te sentirás fresco, te sentirás liberado de un peso, descargado, bien, sano. Algo estaba mal en el alimento que tomaste y el cuerpo lo rechaza. No continúes forzándolo dentro.
La ira es sólo un vómito mental. Algo que has tomado está mal y todo tu ser psíquico desea arrojarlo, pero no hay necesidad de arrojarlo sobre alguien. Como la gente lo arroja sobre otros, la sociedad les dice que lo controlen.
No hay necesidad de arrojar la ira sobre nadie. Tú puedes ir a tu cuarto de baño, puedes dar una larga caminata, lo cual quiere decir que algo en el interior necesita una rápida actividad para que sea liberado. Sólo trota un poco y sentirás que se ha liberado, o toma una almohada y golpea la almohada, lucha con la almohada, y muerde la almohada hasta que tus manos y dientes estén relajados. En el transcurso de una catársis de cinco minutos te sentirás descargado, y una vez que conozcas esto nunca la arrojarás sobre nadie, porque eso es absolutamente estúpido.
La primera cosa en la transformación, entonces, es expresar la ira, pero no enfrentándote al otro, porque si tú la expresas sobre otro no puedes expresarla totalmente. Puede que te guste matar, pero no es posible; puede que te guste morder, pero no es posible. Pero eso se le puede hacer a una almohada. Una almohada quiere decir lo ya iluminado; la almohada está iluminada, es un buda. La almohada no reaccionará, y la almohada no irá a ninguna corte, y la almohada no traerá ninguna enemistad contra ti, y la almohada no hará nada. La almohada será feliz, y ¡la almohada se reirá de ti!
La segunda cosa a recordar: sé consciente.
Al controlar, la consciencia no es necesaria; sólo lo haces mecánicamente, como un robot. La ira viene y hay un mecanismo de repente todo tu ser se vuelve estrecho y cerrado. Si estás atento puede que el control no sea tan fácil.
La sociedad nunca te enseña a estar atento, porque cuando alguien está atento, está completamente abierto. Esto es parte de la consciencia uno está abierto, y si tú deseas reprimir algo y estás abierto, es contradictorio, puede salir. La sociedad te enseña a cerrarte por dentro, a derrumbarte por dentro... no te permite incluso una pequeña ventana para que algo salga.
Pero recuerda: cuando nada sale, nada entra tampoco. Cuando la ira no puede salir, tú estás cerrado. Si tocas una hermosa roca, nada entra; miras una flor, nada entra: tus ojos están muertos y cerrados. Besas a una persona; nada entra, porque estás cerrado. Vives una vida insensible.
La sensibilidad crece con la consciencia. A través del control te vuelves apagado y muerto. Eso es parte del mecanismo del control: si estás apagado y muerto entonces nada te afectará, como si el cuerpo se hubiera convertido en un alcázar, una defensa. Nada te afectará, ni un insulto ni el amor.
Pero este control tiene un precio muy alto, un precio innecesario; entonces se convierte en todo el esfuerzo en la vida: cómo controlarte ¡y después morir! Todo el esfuerzo del control se lleva toda tu energía, y entonces simplemente mueres. Y la vida se convierte en una cosa apagada y muerta; tú de alguna manera la sobrellevas.
La sociedad te enseña control y condena, porque un niño controlará solamente cuando siente que algo es condenado. El enojo es malo; el sexo es malo; todo lo que tiene que ser controlado tiene que hacerse ver como pecado para el niño, que parezca malvado.
Una profunda condena entra en todo lo que está vivo. Y el sexo es la cosa más viva, ¡tiene que serlo! Es la fuente. El enojo es también una de las cosas más vivas, porque es una fuerza protectora. Si un niño no puede estar enojado en absoluto, no podrá sobrevivir. Tú tienes que estar enojado en determinados momentos. El niño tiene que mostrar su propio ser, el niño tiene que estar parado en ciertos momentos sobre su propio terreno; de lo contrario no tendrá ninguna fuerza que lo sostenga.
La ira es hermosa; el sexo es hermoso. Pero las cosas hermosas pueden ponerse feas. Eso depende de ti. Si los condenas, se vuelven feos; si los transformas, llegan a ser divinos. La ira transformada se convierte en compasión... porque la energía es la misma. Un buda es compasivo: ¿de dónde viene su compasión? Ésta es la misma energía que se movía en la ira; ahora no se está moviendo en la ira, la misma energía es transformada en compasión. ¿De dónde viene el amor? Un Buda es amoroso; un Jesús es amor. La misma energía que se mueve en el sexo se convierte en amor.
Así que recuerda, si condenas un fenómeno natural se vuelve venenoso, te destruye, se vuelve destructivo y suicida. Si lo transformas, se vuelve divino, se convierte en una fuerza de dios, se convierte en un elixir; a través de él alcanzas la inmotalidad, al ser inmortal. Pero la transformación es necesaria.
En la transformación tú nunca controlas, simplemente te vuelves más consciente. La ira está sucediendo: ¡tú tienes que estar consciente que la ira está sucediendo; ¡obsérvala! Es un fenómeno hermoso, energía moviéndose en tu interior, ¡calentándose!
Es igual que la electricidad en las nubes. La gente estuvo siempre asustada de la electricidad; pensaban en los viejos tiempos, cuando eran ignorantes, que esta electricidad era dios que estaba enojado, amenazando, intentando castigar, creando miedo para que la gente se hiciera devota, para que la gente sintiera que dios estaba allí y los castigaría.
Pero ahora hemos domesticado a ese dios. Ahora ese dios funciona a través de tu ventilador, a través de tu aire acondicionado, a través del refrigerador: cualquier cosa que necesitas, dios te la da. Ese dios se ha convertido en una fuerza doméstica, ya no está enojado y ya no amenaza. A través de la ciencia una fuerza externa se ha transformado en un amigo.
Lo mismo sucede con la religión y las fuerzas internas.
La ira es igual que la electricidad en tu cuerpo: no sabes qué hacer con ella. O matas a alguien más o te matas tú mismo. La sociedad dice que si te matas eso está bien, es asunto tuyo, pero no mates a alguien más; por lo que respecta a la sociedad eso no está bien. Así que o te vuelves agresivo o te vuelves represivo.
La religión dice que ambas cosas son incorrectas. Lo básico es darse cuenta y conocer el secreto de esta energía, la ira, esta electricidad interna. Es electricidad porque te calientas; cuando estás enojado tu temperatura se calienta, y tú no puedes entender la frescura de un buda, porque cuando la cólera se transforma en compasión todo está en calma. Una profunda calma sucede. Buda nunca está caliente; él está siempre fresco, centrado, porque ahora sabe utilizar la electricidad interna. La electricidad es caliente; se convierte en la fuente del aire acondicionado. La ira es caliente se convierte en la fuente de la compasión.
La compasión es un aire acondicionado interno. De pronto todo está en calma y hermoso, y nada te puede perturbar, y toda la existencia se transforma en un amigo. Ahora ya no hay enemigos porque cuando tú miras a través de los ojos de la ira, alguien se convierte en enemigo; cuando miras a través de los ojos de la compasión, cualquiera es un amigo, un vecino. Cuando amas, dios está por todas partes; cuando odias, por todas partes está el diablo. Es tu punto de vista el que se proyecta sobre la realidad.
La consciencia es necesaria, no la condena y con la consciencia la transformación sucede espontáneamente. Si te haces consciente de tu ira, la comprensión penetra. Sólo observando, sin juicio, sin decir bueno, sin decir malo, sólo observando en tu cielo interno. Hay un relámpago, ira, te sientes caliente, todo el sistema nervioso sacudiéndose y temblando, y tú sientes un temblor por todo el cuerpo, un momento hermoso, porque cuando la energía funciona puedes observarla fácilmente; cuando no está funcionando no puedes observar.
Cierra tus ojos y medita al respecto. No luches, sólo mira lo que está sucediendo el cielo entero lleno de electricidad, tanto relámpago, tanta belleza; simplemente acuéstate en el suelo y mira el cielo y observa. Entonces haz lo mismo por dentro.
Las nubes están allí, porque sin las nubes no puede haber ningún relámpago; nubes oscuras están allí, pensamientos. Alguien te ha insultado, alguien se ha reído de ti, alguien ha dicho esto o aquello muchas nubes, nubes oscuras en el cielo interno y mucho relámpago. ¡Observa! Es una escena hermosa, terrible también, porque no comprendes. Es misterioso, y si el misterio no se entiende llega a ser terrible, te asusta. Y siempre que un misterio se entiende, se convierte en una gracia, un regalo, porque ahora tienes las llaves y con las llaves tú eres el maestro.
Osho
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