LA ENTRADA AL MUNDO DEL MAGO.
Deepak Chopra
La gente se pregunta por qué, habiendo nacido
en la India, me siento tan atraído por los magos. Mi respuesta es la siguiente:
en la India todavía creemos que los magos existen. ¿Qué es un mago? No es sencillamente
alguien que puede hacer magia, sino alguien capaz de transformar.
Un
mago puede convertir el temor en alegría,
la
frustración en realización.
Un
mago puede convertir lo temporal en eterno.
Un
mago puede llevarnos más allá de nuestras
limitaciones
hacia lo ilimitado.
Cuando
era niño y vivía en la India, sabía que todo eso era cierto. A veces llegaban a
nuestra casa ancianos de túnicas blancas y sandalias, y hasta para un muchacho
asombrado por la vida, parecían criaturas muy especiales. Estaban completamente
en paz; de ellos emanaban la alegría y el amor; parecían no inmutarse ante los
altos y bajos de la vida cotidiana. Los llamábamos gurús o consejeros
espirituales. Pero tardé mucho tiempo en darme cuenta de que gurú y mago es lo
mismo. Todas las sociedades tienen sus maestros, clarividentes y sanadores;
gurú era sólo nuestro vocablo para designar a los poseedores de la sabiduría
espiritual.
En
Occidente, se considera que los magos son principalmente hechiceros que
practican la alquimia para convertir un metal inferior en oro. En la India
también existe la alquimia (de hecho fue allí donde se inventó), pero la
palabra alquimia es en realidad una clave. Significa convertir a los seres
humanos en oro, convertir nuestras cualidades inferiores de temor, ignorancia,
odio y vergüenza en lo más precioso: el amor y la realización. Por tanto, un
maestro que nos pueda enseñar a convertimos en seres libres llenos de amor es,
por definición, un alquimista — y siempre lo ha sido.
Cuando
ingresé a la escuela secundaria en Nueva Delhi, ya sabía mucho acerca de
Merlín, el famoso mago de la leyenda inglesa del rey Arturo. Como a todo el
mundo, también a mi me hechizó desde el primer momento. No tardé mucho en
descubrir todo su mundo. En mi cabeza resuenan todavía decenas de versos del
poema épico de Tennyson, Idilios del rey, los cuales tuvimos que memorizar
durante aquellos largos y calurosos días escolares. En aquella época devoré
toda la literatura que logré encontrar sobre el rey Arturo. No me parecía raro
saberlo todo acerca de Camelot, ese sitio de campos verdes y temperaturas
clementes, aunque yo viviera bajo el sol ardiente del trópico; o que deseara
cabalgar como Lancelot, aunque me hubiese sofocado bajo la armadura; o que la
cueva de cristal de Merlín existiera en realidad, a pesar de que todos los
autores que leía me aseguraran que los magos no existían. Yo sabía que no era así, porque era un
muchacho hindú y había conocido personalmente a los magos.
POR QUÉ NECESITAMOS A LOS MAGOS
Durante
treinta años he reflexionado acerca de los magos. He visitado Glastonbury y el
occidente de Inglaterra, he escalado el Tor y he visto la colina donde
supuestamente descansan el rey Arturo y sus caballeros. Pero algo más místico,
la necesidad de la transformación, me hace volver nuevamente a la magia. Año
tras año he sentido que nuestra época necesita de ese conocimiento más que
nunca. Ahora que soy adulto, dedico mi vida profesional a hablar y escribir
sobre la forma de alcanzar la libertad plena y la realización. Pero apenas hace
poco me di cuenta de que todo el tiempo he estado hablando de alquimia.
Finalmente
decidí que una forma interesante de abordar este tema sería a través de una de
las relaciones más maravillosas que se haya registrado nunca, la que existió entre
Merlín y el joven Arturo en la cueva de cristal. En este libro, la cueva se
presenta como un sitio privilegiado dentro del corazón humano. Es un refugio
seguro donde hay una voz sabia que no conoce el temor, y al cual no llega la
agitación del mundo exterior. En la cueva de cristal siempre ha existido y
existirá un mago — lo único que hay que hacer es entrar en ella y escuchar.
Hoy
en día la gente vive en el mundo de los magos tanto como lo hicieron las
generaciones pasadas. Joseph Campbell, el gran estudioso de la de mitología,
decía que cualquier persona que espera en una esquina a que el semáforo pase a
verde para cruzar la calle, en realidad está esperando entrar en el mundo de
los actos heroicos y la acción mítica. Lo que sucede es que no vemos nuestra
oportunidad, y cruzamos la calle sin ver la mítica espada en la roca al lado
del andén.
El
viaje hacia lo milagroso comienza aquí. Este es el mejor momento para comenzar.
El sendero del mago no existe en el tiempo — está en todas partes y no está en
ninguna parte. Nos pertenece a todos y no le pertenece a nadie. Así, éste es
sólo un libro acerca de cómo recuperar lo que ya es nuestro. Como dice la
primera frase de la primera lección:
Hay un mago dentro de cada uno de nosotros un mago que lo ve y lo sabe
todo.
Ésta
es la única frase del libro que se debe aceptar como un acto de fe. Una vez que
descubramos nuestro mago interior, la enseñanza vendrá por sí sola. Durante
muchos años, este tipo de aprendizaje espontáneo ha sido el centro de mi vida
diaria: observar y esperar a oír lo que mi gula interior tiene que decir. No
existe otra forma de aprendizaje más fascinante. He oído la voz de Merlín en el
sonido de una risa en el aeropuerto, en el susurro de los árboles al caminar
hacia la playa, y hasta en la televisión. Una estación de autobuses puede
convertirse en la cueva de cristal cuando se tiene la llave.
¿Por
qué necesitamos seguir el sendero del mago? Para elevamos sobre lo ordinario y
lo confuso, y encontrar la clase de trascendencia que solemos relegar al campo
de lo mítico, pero que en realidad tenemos a mano, aquí y ahora. Estar vivos
significa ganamos el derecho a decir lo que deseamos decir, a ser lo que
deseamos ser, y a hacer lo que queremos. Camelot era el símbolo de esta forma
de libertad. Por eso volvemos nuestros ojos sobre ese sitio mágico con
nostalgia y admiración. La vida ha sido difícil desde entonces.
Una
vez, un discípulo preguntó a su maestro: “¿Por qué siento esta opresión tan
grande, como si quisiera gritar?” El maestro lo miró y le dijo: “Porque todo el
mundo se siente igual”.
Todos
nosotros deseamos crecer en amor y creatividad, explorar nuestra naturaleza
espiritual, pero muchas veces erramos el objetivo. Nos encerramos en nuestra
propia cárcel. Sin embargo, hay quienes han roto el encierro que comprime la
vida. Rumi, el poeta persa, decía: “Somos espíritu incondicionado atrapado por
las condiciones, como el Sol en un eclipse”.
Ésa
es la voz de un mago que no creía que los seres humanos viviésemos limitados en
el tiempo y el espacio. Sólo estamos eclipsados temporalmente. El propósito de
aprender de un mago es encontrar al mago que llevamos dentro. Una vez hallado
el guía interior, nos habremos encontrado a nosotros mismos. El yo es el Sol de
resplandor permanente que, aunque eclipsado, cuando se despejan las sombras se
muestra en toda su gloria.
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