Serge Kahili King
Una de las cosas
más confusas que enfrentan los estudiantes del chamanismo es la forma en que
los chamanes miran mundo. Confunde a mis alumnos en la actualidad y ciertamente
me confundió a mí cuando me iniciaba en esta tradición. En mi época de
adolescente, en el campo, a veces mi padre, al igual que los demás
agricultores, hablaba de los cultivos y animales que había a nuestro alrededor,
y en algunas ocasiones se dirigía a ellos como si los cultivos y los animales
fueran seres inteligentes, capaces de comprenderle y responderle. A pesar de
que yo también aprendí a hacerlo, tuvo que transcurrir bastante tiempo para
llegar a comprender el proceso. En una época determinada, todas las
conversaciones con los árboles, flores, insectos, rocas y edificios que tenía
lugar a mi alrededor, me impedían concentrarme en mi trabajo. Entonces, de
algún modo, aprendí a abrirme y cerrarme aquel tipo de concienciamiento, sin
saber cómo lo hacía.
De M'Bala, mi
maestro chamán en África, aprendí a fusionarme con los animales de la jungla,
después de entrar en un trance profundo. Creía que el estado de trance era el medio
de conseguir el cambio, hasta que me di cuenta de que él lo lograba en un abrir
y cerrar de ojos, sin entrar en trance Evidentemente el trance no era más que
un instrumento y n la causa del cambio experiencial.
Mi tío kahuna
hawaiiano, Wana Kahili, me enseñó a emprender viajes interiores repletos de
asombro y terror, y a discernir augurios en las nubes, hojas y muebles. Sin
embargo, también me enseñó a ser muy consciente de mi estado al despertar y a
cómo no ver augurios, ya que en ciertos momentos esto puede ser igualmente
importante.
Mi padre, M'Bala y
Wana Kahili dedicaron muy poco tiempo a explicarme los fenómenos que me
enseñaban a experimentar. Eran todos del parecer de que la experiencia es el
mejor modo de aprender y de que las explicaciones intelectuales supondrían una
traba. Este fue un buen método para salir de mi obstinación mental e introducirme
en mi cuerpo, pero el hecho de tener que afrontar las dudas y temores generados
por la cultura no Chamanico en la que también vivía demoró considerablemente mi
aprendizaje. En mis propias vivencias como alumno y como maestro, he
descubierto que satisfacer el intelecto suele reducir las barreras analíticas y
emocionales que dificultan el aprendizaje, permitiendo una asimilación mucho
más rápida de la experiencia. Por ello, he pasado muchos años analizando, sin
juzgarlas, mis experiencias personales, así como las de otros chamanes, a fin
de adquirir una mayor comprensión de lo que hacemos cuando lo hacemos, para
poderlo compartir más fácilmente.
El auténtico punto
de partida fueron las enseñanzas de Wana Kahili sobre los cuatro mundos
(niveles o clases de experiencia) entre los que todo el mundo fluctúa
espontánea y, por regla general, inconscientemente, pero que los chamanes
cultivan a conciencia. Se trata del ike papakahi (literalmente: primer nivel de
experiencia), el ike papalua (segundo nivel de experiencia), el ike papakolu
(tercer nivel de experiencia) y el ike papaha (cuarto nivel de experiencia). En
términos generales, me explicó que éstos representaban respectivamente el mundo
ordinario, el mundo psíquico, el mundo de los sueños y el mundo existencial.
Por razones didácticas he optado por definirlos como mundos objetivo,
subjetivo, simbólico y holístico. También me dijo que dichos mundos eran
comunes a todas las personas, no sólo a los chamanes, y que la única diferencia
consistía en que los chamanes los utilizaban con conocimiento y propósito.
También agregó que gran parte de la con fusión en la vida de la gente emana de
una mezcla de dichos mundos en la mente y en el habla. Mi objetivo era el
de instruir a mucha gente en poco tiempo sobre la experiencia Chamanico, por lo
que a pesar de un punto de partida tan favorable, me quedaba mucho por
aprender. Lo que figura a continuación es un breve resumen de dicha búsqueda e
investigación.
¿Qué hacemos
cuando realizamos un trabajo Chamanico? Hablamos con la naturaleza y con los
espíritus; cambiamos el tiempo y creamos acontecimientos; curamos mentes y
cuerpos, y canalizamos extraños seres; volamos fuera del cuerpo, nos
trasladamos a otras dimensiones y vemos lo que otros no pueden ver; además,
pagamos nuestros impuestos, lavamos el coche y hacemos la compra. ¿Hay algo que
sirva de conexión entre actividades tan diversas, o se trata simplemente de una
serie de conocimientos independientes?
Existe una pista
importantísima en el primero y fundamental principio de Huna, término genérico
de la filosofía polinesia de la vida en la que yo me formé. Dicho principio
afirma que "el mundo es lo que crees que es". Otra forma más popular
de decir lo mismo es: "nosotros creamos nuestra propia realidad". Sin
embargo, la mayoría de la gente que lo dice no lo acepta plenamente, porque
creen que lo único que eso significa es que todo lo malo que les ocurre es
culpa suya. Incluso los que lo aceptan con una comprensión más profunda siguen
limitando su significado a la idea de que son responsables de sus sentimientos
y de su experiencia, y de que si convierten sus pensamientos negativos en
positivos, comenzarán a atraer una experiencia positiva, en lugar de negativa.
Los chamanes, sin
embargo, van mucho más lejos. Para nosotros, no sólo significa atraer la
experiencia con nuestro pensamiento, sino verdaderamente crear realidades. Con
nuestros supuestos, actitudes y expectativas, hacemos que las cosas sean
posibles o imposibles, reales o irreales. En otras palabras, cambiando el marco
de la mente podemos hacer cosas ordinarias y no ordinarias en la misma
dimensión física que compartimos con todos los demás. Repito que esto no es
privativo de los chamanes. Lo único distinto es la forma en que aplicamos el
principio.
La forma de
cambiar la experiencia y poder usar facultades no normales en una realidad
determinada consiste en cambiar un conjunto de creencias (o suposiciones,
actitudes y expectativas) acerca de dicha realidad, por otro conjunto. Parece
muy sencillo y lo es. Lo más difícil -y puede serlo en grado sumo para algunos-
es aceptar su simplicidad, porque esto significa cambiar la idea que uno tiene
de la realidad.
El modelo que
presento a continuación ha sido específicamente diseñado para que los chamanes
modernos puedan distinguir clara y conscientemente entre distintos niveles de
realidad o conjuntos mentales. Esto no sería necesario en una sociedad más
familiarizada con el chamanismo y con una mejor disposición hacia la aceptación
del mismo. Se realizarían los mismos cambios, pero de un modo más intuitivo,
porque habría menos conjuntos mentales contradictorios con otras filosofías,
tanto religiosas como seglares. Imaginemos, por ejemplo, a un antropólogo
moderno estudiando una cultura indígena en una isla del Pacífico meridional. Un
buen día aparece el chamán del pueblo y les comunica a sus conciudadanos que,
mientras estaba en el campo quitando las malas hierbas, la diosa Hina ha
descendido por un arco iris y le ha advertido que se acercaba un huracán, antes
de convertirse en pájaro y salir volando.
El chamán alterna
fácilmente el trabajo del campo con el de hablar con la diosa y sus
conciudadanos lo aceptan sin dificultad alguna, porque esperan que el chamán
sea capaz de realizar ambas tareas. Sin embargo, es probable que la mente del
antropólogo se rija por un conjunto de ideas en las que sólo haya cabida para
la alucinación inducida por las drogas, la aberración mental, la farsa, o la
dramatización de una percepción ordinaria. La posibilidad de que el chamán se
comunique realmente con un espíritu la elude por completo, así como su propia
capacidad para hacer otro tanto.
Al hablar a
continuación de los distintos mundos, es conveniente tener en cuenta que se
pueden penetrar someramente, como quien se moja los dedos de los pies en un
estanque, o con la plenitud de quien se zambulle en las profundidades del
océano.
Ike
papakahi: el mundo objetivo
El mundo del
primer nivel es lo que la mayoría de la gente en la sociedad moderna llamaría
realidad ordinaria. Tomando como ejemplo un prado en pleno bosque, la mera
experiencia sensorial del mismo (los colores de las plantas, la tierra y el
firmamento, el olor de las flores, el canto de los pájaros, la sensación de la
brisa en la piel, la percepción del movimiento de una gama con sus cervatillos)
tendría lugar en un marco objetivo. Desde esta perspectiva también parecería
evidente e incuestionable que el prado tiene unas dimensiones determinadas, un
número concreto de árboles de ciertas especies, que unos son de madera dura y hoja
caduca y otros coníferas, que una cantidad específica de animales de distintos
géneros puebla la zona, que alguien es propietario de la misma, etc. Todo esto
sería evidentemente cierto, pero sólo a dicho nivel de percepción. Este primer
nivel, por evidente que parezca, sólo es perceptible de ese modo gracias a una
creencia o supuesto fundamental que sirve de marco de referencia al mundo
objetivo: el supuesto de que todo es independiente. Éste es el supuesto que da
cabida a la experiencia sensorial directa, la física clásica y las diversas
filosofías de causa y efecto.
Suele ser bastante
difícil que la gente formada en dicha creencia sea capaz de verla como un
simple supuesto. Es evidente que aparenta ser la única verdad posible. Pero
ésta es la naturaleza de los supuestos fundamentales. Toda experiencia tiende a
ser consecuente con los supuestos acerca de la experiencia. Es como ponerse
unas gafas de color rosa y olvidar que se llevan puestas. Si uno jamás recuerda
que se las puede quitar, siempre pensará que el color rosa es el único y
natural del mundo. La falta de consonancia se manifiesta cuando uno descubre,
consciente o inconscientemente, otros supuestos, como por ejemplo cuando se le
caen las gafas, o cuando recuerda que algún día se las puso, o cuando sueña con
un mundo verde. Entonces uno puede abrirse a la experiencia de otros niveles.
El chamán aprende lo antes posible que el mundo objetivo no es más que una
forma de ver.
La idea de que
todo es independiente es muy útil y poderosa. Ha estimulado los viajes, la
exploración, la ciencia, la industria y todos los milagros de la tecnología
moderna, incluidos los que han permitido que esta obra se publique. Sin
embargo, también ha servido para justificar la esclavitud, el racismo, las
guerras, la vivisección, la contaminación y la explotación abusiva de los
recursos del planeta. Debemos comprender que el supuesto en sí no es bueno ni
malo. Los seres humanos debemos crear otros supuestos relacionados con los
sistemas de valores antes de poder introducir el concepto: de bueno o malo, y
éstos pueden operar en cualquier otra nivel de la realidad. Por ejemplo,
observando objetivamente el mencionado prado, puede considerarse como bueno
porque constituye una fuente de nutrición para diversos animales. O puede
considerarse como malo porque ocupa un valioso espacio, que sería mejor
utilizar para construir casas o alimentar seres humanos. El caso es que el uso
o abuso del medio ambiente o de sus habitantes se basa en la idea de que las
cosas son independientes, vistas desde un sistema de valores personal.
Dos supuestos
secundarios del mundo objetivo son el de que todo tiene un principio y un fin,
y el de que todo efecto es producto de una causa. Algún acto u otro constituyen
la causa del nacimiento o principio de la existencia de las cosas, que un día
mueren o dejan de existir. Esto es de vital interés en el pensamiento objetivo
y despierta grandes polémicas en cuanto a las causas físicas de las
enfermedades y al momento exacto en que un grupo de células se convierte en un
ser humano. Se gastan enormes sumas de dinero para determinar las causas
sociales y ambientales de la delincuencia, y en la conservación de edificios
históricos, porque su desaparición supondría una pérdida cultural. Y la gente
sufraga toda clase de cargas emocionales y económicas, a fin de descubrir el
trauma específico de su infancia responsable de su desdicha actual, y para
prolongar la existencia del cuerpo físico. Todo ello tiene perfecto sentido
visto desde el supuesto antes mencionado, pero desde otras perspectivas no
tiene sentido alguno.
Algunas personas
evalúan el mundo objetivo como nocivo y procuran huir del mismo, menospreciarlo
o negarlo. Sin embargo, en el pensamiento Chamanico, el mundo objetivo es
simplemente otro lugar donde operar, y el proyecto Chamanico es hacerlo con
eficacia en cualquiera de los mundos. Por consiguiente, en su función
esencialmente curativa, el chamán podrá utilizar supuestos del mundo objetivo,
a fin de adquirir pericia en métodos de curación como el masaje, la
quiropráctica, las hierbas y medicinas, la cirugía y el ejercicio, o la
nutrición y la cromoterapia, sin limitarse a los supuestos de dichos métodos.
Ike
papalua: el mundo subjetivo
Ahora supongámonos
de nuevo en el prado. En esta ocasión somos conscientes de la interdependencia
del mundo natural, de las funciones de apoyo mutuo desempeñadas por los
elementos de luz y sombra, viento y agua, tierra y piedra, árboles, pájaros,
flores e insectos. Más que meros observadores, nos sentimos parte de dicha
interdependencia. Puede que sintamos la emoción de la paz, la felicidad, el
amor, o el asombro. O puede que seamos conscientes de la estación y acudan a
nuestro recuerdo las estaciones pasadas y venideras. Si uno es chamán, o
psíquicamente sensible, es probable que pueda realizar un cambio interno más
profundo y percibir las auras, o campos de energía, de todo lo presente, así
como la interrelación de dichas fuerzas. Puede que logre conversar con las
plantas, los animales y las piedras, o con el viento, el sol y el agua,
compartiendo sus historias y sus secretos. Según la formación, experiencia y
pericia de cada uno, podrá ser incluso consciente de los espíritus de la
naturaleza y comunicarse con los mismos, o con la sobre alma o aumakua del
propio prado. Sin moverse del lugar, puede que de pronto presencie una escena
de hace cien años, de indios acampados después de una buena cacería, fumando
sus pipas alrededor de la hoguera y dándole gracias al gran espíritu. Es
incluso posible que se sienta como uno de ellos.
Los ejemplos
precedentes de experiencias en el mundo subjetivo son posibles gracias al
supuesto básico de dicho nivel, que sostiene que todo está interrelacionado,
con el apoyo de los supuestos secundarios de que toda forma parte de un ciclo y
de una transición, y de que todos los acontecimientos son sincrónicos.
En el marco de
referencias de este mundo, la telepatía y la clarividencia son hechos
naturales, tan incuestionables como la acción de una palanca en el mundo
objetivo. La comunicación mental, independientemente de la distancia y con todo
cuanto existe, es posible gracias a que el mundo está interrelacionado. Se
pueden experimentar emociones gracias a la conexión empática. Las auras son
visibles y tangibles porque la energía es el vínculo que las enlaza. Se pueden
conocer vidas pasadas y futuras porque la vida es cíclica y el tiempo
sincrónico. La muerte, a este nivel, no es más que una transición, parte de un
ciclo, mientras que en el mundo objetivo es un fin. Todo acerca de este nivel es
cierto, pero, una vez más, sólo desde la perspectiva del mismo.
Ésta es la razón
por la que a la gente orientada primordialmente hacia el mundo objetivo le
resulta tan difícil aceptar la veracidad de los fenómenos psíquicos y las
ciencias subjetivas como la astrología, y a aquéllos orientados primordialmente
hacia el mundo subjetivo les es sumamente difícil explicar sus experiencias a
sus amigos anclados en la objetividad.
Ninguno de dichos
mundos tiene sentido visto desde la perspectiva del otro. Si uno se limita a
nacer y a morir, las vidas anteriores son patrañas. Si las estrellas están a
tantísimos millones de kilómetros de la tierra, cualquier influencia es
absurda. Por otra parte, si todo está interdependientemente conectado, la tala
indiscriminada de árboles para construir ciudades es un acto suicida, y si uno
ha pertenecido a otra raza en una vida anterior, odiar dicha raza en la
actualidad es pura hipocresía. La solución Chamanico a dicho dilema se halla en
el séptimo principio de Huna: "la eficacia es la medida de la
verdad". En lugar de intentar decidir cuál de estos puntos de vista es el
correcto, el chamán adopta indistintamente el más eficaz y apropiado a cada
objetivo curativo.
Los métodos
curativos Chamanicos a este nivel utilizan la sugestión telepática y las formas
mentales, la acupuntura o la acupresión, así como el equilibrio, transferencia
y movimiento de energía, ya sea manual o con la ayuda de instrumentos tales
como cristales, y formas y pautas especiales de energía.
Ike
papakolu: el mundo simbólico
Nos encontramos
una vez más en el prado, sólo que en esta ocasión dejamos volar la imaginación
y en su claridad vemos nuestra propia loa al amor y a la vida, los árboles se
convierten en representaciones de nuestra fuerza interna y máximas
aspiraciones, los pájaros cantan promesas de alegría y los rayos del sol son la
caricia de Dios en nuestro rostro. Uno se siente impregnado por la belleza del
lugar y tan conmovido que, según la inclinación de cada uno, escribe
inmediatamente un poema o pinta un cuadro para capturar aquella sensación.
Ahora nos habremos trasladado a un conjunto mental dotado de su propio supuesto
básico: todo es simbólico. Con una formación Chamanica uno puede ir más allá y
procurar discernir augurios orientadores en la formación de las nubes, de las
hojas o de los pájaros en vuelo. O llevar a cabo un ritual que consagre el
prado, convirtiéndolo en el mejor lugar de curación para futuros visitantes.
Una progresión de ideas típicamente Chamanica a este nivel es la de que, si
todo es simbólico y los sueños son símbolos, esta realidad es también un sueño.
Así pues, un
aspecto de la pericia Chamanica consiste en saber penetrar en los sueños y
transformarlos.
Puede que a estas
alturas alguien se pregunte ¿de qué es todo simbólico? y ¿a quién pertenece el
sueño? En este nivel sería correcto afirmar que todo es simbólico de todo lo
demás, pero esencialmente de quien lo percibe, y que el sueño es el sueño de
todo cuanto existe, pero especialmente del sujeto. O, alternativamente, podríamos
afirmar que en el nivel simbólico la totalidad de la experiencia personal del
sujeto es un reflejo de sí mismo, incluida toda la gente y objetos que le
rodean. Cambiar la experiencia de este nivel, supone que uno puede cambiar los
símbolos, la interpretación de los mismos o cambiarse a sí mismo, para que así
cambie el reflejo.
Los supuestos
secundarios son los de que toda forma parte de un orden y existe en relación a
otra cosa, y que todo significa lo que uno decide que signifique. Muchos investigadores
científicos y teóricos matemáticos se aferran a este nivel, intentando
descubrir pautas y relaciones significativas en la estructura aparente del
universo, e ignorando con frecuencia el efecto que sobre su investigación
provocan sus propias decisiones en cuanto a lo que es significativo, así como
ignorando toda aplicación objetiva de su investigación. Para los chamanes, u
otras personas simbólicamente sensibles, es útil darse cuenta de que las
creencias se reflejan en el cuerpo y en las experiencias de la vida, y percibir
la facilidad con que cambian las condiciones y las relaciones, cuando también
cambian los conjuntos de creencias.
Los métodos de
curación Chamanicos -en este nivel- incluyen todos aquellos principios basados
en la fe, las terapias verbales y de visualización (incluido el hipnotismo),
las afirmaciones de programación neurolingüística, la orientación de imágenes,
los placebos, los sueños, y el uso de amuletos y talismanes.
Ike
papaba: el mundo holístico
En esta ocasión
uno no está en el prado, sino que es el prado. Siente como la clorofila de las
hojas convierte la luz en energía utilizable, al tiempo que sus propias raíces
absorben elementos nutritivos de la tierra y ofrece encantado su néctar a la
abeja que recoge el polen para compartirlo con otras flores. Como la abeja,
disfruta libando el néctar y, sin pensarlo, sabe que parte del polen será
compartido con otras abejas y que una buena cantidad será transportada a las
extensiones de sí mismo en la colmena. Siente un cosquilleo en la garganta al
emitir su canto de apareamiento y mueve las plumas de la cola para conservar el
equilibrio sobre la rama de un pino al borde del prado, y como pino sabe que
está al margen del prado, pero forma parte de lo que hace que el lugar sea lo
que es.
Esto no es más que
una pequeñísima muestra de la experiencia a nivel holístico. En este caso el
supuesto básico es que todo es uno. En términos prácticos, es el sentido de
identidad de uno con uno mismo. La experiencia más profunda acostumbra a llamarlo
"conciencia cósmica", lo que supone un intento sumamente lamentable
de describir una sensación de unicidad con el universo, esencialmente
indefinible porque las palabras y el lenguaje son simplemente incapaces de
contener dicha experiencia. Su rasgo más común y superficial consiste en la
sensación de saber que uno existe. Descartes utilizó un enfoque simbólico muy
de tercer nivel, para justificar dicha sensación de ser, cuando dijo:
"Pienso, luego existo". El enfoque objetivo podría ser "siento,
luego existo". Sin embargo, en el cuarto nivel holístico es probable que
no logremos mejorar la definición de Popeye, que dijo: "Soy lo que soy y
eso es todo lo que soy".
En el mundo
holístico no existe sensación alguna de distinción entre uno mismo y lo que sea
con lo que uno se identifique como sí mismo. En la medida que uno es consciente
de dicha identificación, uno opera en el reino holístico, y en la medida que
uno sea consciente de "lo demás" estará operando en otros reinos.
Habremos podido comprobar que, en nuestra progresión de un mundo a otro, la
sensación de separación -atributo bastante primordial y característico del
mundo objetivo- decrece en el mundo subjetivo (una mayor sensación de conexión
indica menor separación) y es todavía menor en el mundo simbólico (a pesar de
que el nivel del reflejo todavía denota que se refleja algo ajeno). Una persona
también puede ser holísticamente consciente de lo que se considera como
"sí mismo", al mismo tiempo que lo es no holísticamente de lo que
aparece como "no sí mismo". Así pues, el miembro de una tribu en
África occidental puede identificarse holísticamente con su propia tribu (es
decir, puede no tener un sentido de identidad personal, aparte de como
componente de su tribu) y una visión completamente objetiva, separatista y
hostil de otra tribu.
A pesar de que la
identificación holística es algo natural en la experiencia humana (mucha gente
extiende normalmente su sentido de identidad a sus posesiones personales, a la
familia, a la ciudad o a su país), se precisa una destreza considerable para
poder penetrar y operar conscientemente en dicho mundo. Los actores y las
actrices, cuya profesión emana de una antiquísima tradición Chamanica, son los
mejores practicantes conocidos de dicho arte en la actualidad. En la
antigüedad, y hasta cierto punto hoy en día, los chamanes eran y son capaces de
adoptar la identidad de animales, espíritus de la naturaleza y de ciertos
arquetipos que aparecen bajo capa de dioses y diosas. En dicho estado de
identificación, adquieren las cualidades y los poderes de los entes en
cuestión.
Al igual que un
buen actor, normalmente tímido, puede interpretar convincentemente el papel de
un héroe seguro de sí mismo con una mentalización adecuada, el chamán logra
tener la fuerza de un oso o la sabiduría de un dios gracias a la contemplación
y a una interpretación tan perfecta del papel, que el papel le interpreta a él.
Esto se desprende del supuesto secundario de este nivel, que sostiene que el
saber engendra el ser.
"Realiza la obra
y gozarás del poder", ha dicho Emerson. A este nivel, existen
esencialmente dos modos de curación Chamanicos.
En primer lugar,
existe la "canalización", por medio de la cual se adopta, en mayor o
menor grado, la identidad de alguien con mayores poderes de curación, o uno se
identifica con un poder curativo superior, para actuar sobre alguien con fines
curativos. En segundo lugar, existe un proceso que yo denomino "grokking
and guiding", por el que uno se identifica con la persona que debe ser
curada, o se convierte en la misma, y entonces se cura a sí mismo. Ni que decir
tiene que, para practicar con éxito este segundo método, hay que estar muy
seguro de sí mismo. De lo contrario, uno puede sentirse tan perturbado por el
estado del otro que se vea obligado a abandonar el nivel holístico sin poder
operar con eficacia en el mismo, o bien olvida su auténtica identidad,
adquiriendo los síntomas del otro sin llegar a ser capaz de curarse. Puede que
las personas que sean fuertemente empáticas experimenten esto con frecuencia.
Muchos terapeutas, por ejemplo, se identifican hasta tal punto con los
problemas de sus pacientes o clientes que pasan a padecer las dolencias que
intentan ayudar a curar. Por consiguiente, cuando les enseño a mis alumnos a
curar en el nivel holístico, les recomiendo que limiten todo proceso de
identificación a un máximo de un noventa y nueve por ciento, de modo que el
"uno por ciento de chamán" siempre pueda volver a la identidad de
partida.
Desplazándose
entre mundos
Cambiar de conjunto
mental o desplazarse entre los diversos mundos plenamente consciente es un
proceso sutil y delicado. Una aproximación a lo que entonces ocurre lo
constituye la experiencia de observar esta página escrita. Uno puede leer las
palabras y absorber la información, a continuación verificar los posibles
errores tipográficos y ortográficos, luego fijarse en el cuerpo y estilo de
impresión y en la calidad del papel, y por fin ser consciente de que esta
página forma parte de un libro, en un lugar y un momento determinados. Lo único
que habrá cambiado habrá sido la percepción, modificada a voluntad para variar
la experiencia. En el desplazamiento entre los distintos mundos Chamanicos el
proceso es muy parecido. Lo único necesario para cambiar lo que uno se propone consiste
en modificar los supuestos relacionados con dicho objetivo.
El mayor
obstáculo, tanto para esto como para otras prácticas chamanicas, es la
intromisión de análisis críticos procedentes de otros niveles. Es muy difícil
practicar la telepatía, por ejemplo, si uno no deja de decirse a sí mismo que
el tema psíquico es una tontería. Asimismo, la visualización no servirá de gran
cosa si uno persiste en preguntarse: "¿me lo estoy inventando?". De
igual modo, es muy difícil ganarse honradamente la vida si uno se identifica a
sí mismo como ser espiritual, e identifica el dinero como algo no espiritual.
Para lograr desplazarse con facilidad y eficacia entre estos mundos es
necesario poder practicar el abandono de los supuestos de cada mundo en
particular, así como el análisis crítico que se desprende de los mismos, antes
de entrar en el próximo. Con (muchísima) práctica, esto llega a convertirse en
algo automático. Lo que sí ayuda enormemente es quererse a sí mismo sin
reservas y confiar en el Dios que nos habita. Claro que esto sólo son buenos
consejos, tanto para un chamán como para quien no lo es.
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* Serge King es director de la Order of Huna
International Kilauea, Hawaii. Adoptado y formado desde la infancia por un
maestro chaman hawaiiano, ve al chamán desde una perspectiva polinesia como un
"aventurero", en contraste con el modelo "guerrero" de
ptras tradiciones. Sus numerosas publicaciones incluyen Imagineering for Healt,
Kahuna Healing y Mastering Your Hidden Self.
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