BIANCA ATWELL-Tu cuerpo está sano.
Mi abuelo fue lustrador de zapatos, bombero y ladrón
de sandías. Murió a los 90 años con una sonrisa en la cara y amando la vida.
Si observamos cómo
funciona la percepción humana y cuáles son las funciones de todo organismo para
auto-regularse con el medioambiente, nos sorprendemos de entender que nuestro
cuerpo ESTA SANO.
Porque aun cuando
comienza a fallar algún órgano, lo hace con la intención de sobrevivir, de
adaptarse lo mejor posible a las agresiones que recibe del medioambiente,
sacrificándose o modificando sus funciones de modo que el sistema completo
pueda salir adelante.
A veces pienso que
ya es demasiada la información que recibimos para que estemos convencidos de
que estamos enfermos, de modo que vayamos a por la compra y consumo de más y
más medicamentos.
Nuestro
cuerpo nace con una inteligencia que es de naturaleza universal: lo vivo quiere
seguir vivo.
Y para ello, responde
con distintos comportamientos que son siempre adaptativos. Esa es su salud, esa
es su sabiduría. La homeóstasis, la auto-regulación.
Muchos de los
síntomas que vinculamos con una “enfermedad”, en realidad son producto de un
trabajo adaptativo y de supervivencia del cuerpo para que la totalidad de él
(el sistema completo) siga su curso lo mejor posible. Pero cuando detectamos
esos síntomas, ya vamos a medicarlo y con ello alteramos el devenir de su
propia capacidad de auto-regulación.
Si tenemos fiebre,
la bajamos. Si tenemos dolor, lo calmamos con analgésicos y seguimos machacando
el músculo…en vez de hacer caso a la señal de que cuando hay dolor, la conducta
debe cambiar.
La mayoría de las
agresiones medioambientales que recibe el organismo humano son de carácter
informativo. La in-formación, forma nuestros cuerpos. Por ello es tan
importante ser conscientes de que cuando nos informamos, estamos formándonos,
estamos configurando nuestro organismo con esa información.
¿Cómo no vas a
prestar ATENCION entonces a la información que recibes del exterior y tener la
opción de decidir si aporta algo positivo a tu organismo o lo agrede?
Creo que es tiempo
de cambiar el concepto de lo que llamamos enfermedad. Para ello, recomiendo la
lectura de libros de biodescodificación, como el de Christian Fléche “El cuerpo
como herramienta de curación” (Ediciones Obelisco) que nos ayuda a entender
cómo a través de la información, en nuestro organismo se producen “shocks” que
luego los distintos órganos intentan procesar a modo de restablecer el
equilibrio.
La verdadera
fuente de información de buena calidad, aquella que nos lleva a fabricar buenas
proteínas, aquella que nos hace segregar las hormonas y neurotransmisores en su
justa medida, es la información proveniente de la biosfera. Sí, de todo lo que
está vivo en nuestro planeta. Por lo tanto es importante estar en contacto con
las plantas, con los animales y con la Tierra misma (el océano, los ríos, los
vientos, etc.)
¿Por qué
la naturaleza es la mejor fuente de información?
Porque la biomasa
tiene la capacidad de auto-regularse, y lo hace a través del envío de señales
entre los seres vivos. Señales que transmiten el “estado” de cada uno de ellos.
El “estado” (que el humano transmite a través de comunicarse sus emociones y sus
olores corporales), es el que desencadena el correcto dominó de reacciones en
nuestro cuerpo para que éste se adapte lo mejor posible al medio.
Los animales nos
dicen cómo están, las plantas también, y la Tierra nos in-forma de sus estados
atmosféricos y de su juego con el sol a través de los vientos y de sus campos
electromagnéticos.
Las señales son de
todo tipo: desde feromonas flotando en el aire hasta señales visuales (como la
cara de felicidad de otra persona o la “piel de gallina”.)
La mayoría de estímulos
de estos sistemas de comunicación que recibimos se procesan en nuestro cuerpo
de manera inconsciente, porque el cerebro para ahorrar energía, automatiza todo
aquello que repetimos una y otra vez a lo largo de un cierto período de tiempo.
Lo pasa al inconsciente para que no tengamos que ocuparnos de pensar en ello.
El inconsciente ejecuta entonces los procesos cerebrales, lisa y llanamente
“creándonos”, según estén nuestras condiciones medioambientales.
Ahora,
observa tu entorno cotidiano. ¿Es positiva la información que recibes del
medioambiente en el que vives o te está agrediendo?
Cualquier ser vivo
cuando detecta una agresión medioambiental, no solo reacciona cambiando su
cuerpo para afrontarla y protegerse, sino que suele tener una reacción de retirada,
se aleja del entorno agresivo, no se queda.
Pero muchas
personas se han comprometido con entornos agresivos en los que viven “porque no
les queda otra” (lo que suele ser una ilusión) y entonces el cuerpo llega un
momento que ya no puede con tantos shocks.
Mientras
reacciona, tiene un estado general que se llama estrés. El estrés es una
respuesta biológica natural y segura para el organismo, y dura exactamente lo
que el cuerpo tarda en resolver la agresión.
Pero si a la fase
de estrés no le sigue una resolución del shock, comienza lo que se llama el
“distrés”, que ya es una fase en la que el cuerpo ha pasado de los límites, y
la agresión ha vencido sus defensas.
En estado de
distrés, los órganos se vuelven disfuncionales y agotan los recursos a su disposición,
comenzando a sacrificarse con la intención de salvar al resto del sistema.
El estrés es la
alarma a la que tenemos que atender, porque si no logramos apartarnos del
estímulo que nos estresa o adoptarlo de forma que nos deje de agredir (algunas
personas muy inteligentes y sabias, logran transformar estímulos negativos en
herramientas positivas y además el ser humano tiene la capacidad de poder
modificar a su antojo el medioambiente en el que vive…), el distrés nos lleva a
la destrucción.
En
nuestras sociedades de consumo estamos gestionando muy mal el estrés. En vez de atender a las alarmas del cuerpo, las
adormecemos con analgésicos, con calmantes, con todo tipo de drogas con tal de
no vivir la experiencia. El resultado es que el estado de estrés parece
desaparecer (desaparecen los síntomas, la alarma) pero la agresión continúa.
Es el caso de ir a
trabajar todos los días a un trabajo que no nos gusta, el resultado de aguantar
a jefes o a personas que tampoco nos gustan, el de quedarse en un matrimonio
sin amor por “el qué dirán” o aguantar amigos indeseables por miedo a la
soledad.
Es también el caso
de alimentarnos con más y más proteínas malas y “edulcorar” la vida de modo que
no podamos advertir su verdadero sabor (porque a veces no nos gusta) y el caso
de “matar el síntoma” con distintas medicaciones que no resuelven más que el
síntoma…pero la agresión sigue.
Es el caso de
mirar la TV todos los días, de in-formarnos con los noticieros sangrientos y
las lecturas conspiranoicas que nos hacen preocupar de lo que hacen unos tipos
supuestamente poderosos, de caminar una y otra vez por calles de ciudades
colapsadas, llenas de contaminación, de ruido, de locura. Es el caso de
“engancharnos” a todo anzuelo de morbo que nos tiren para pescar nuestra
ATENCIÓN y convertirnos en consumidores pasivos, que viven en la
adormidera espiritual de los gurúes y santos, que aceptan la esclavitud sin
sentirla.
Y el ser humano,
como todo organismo, tiene como función básica el “SENTIR”. Como bien dijo el
neurólogo Antonio Damasio: “Siento, luego existo”. Porque el “SENTIR” es la
función básica de todo ser vivo, aquella que existe primero que comer o
reproducirse…
Y en este sistema
en el que vivimos, nos adormecen el “sentir”. Adormecemos las alarmas que nos
da el cuerpo y seguimos adelante, trabajando en lo que no nos gusta, comprando
cosas que no necesitamos, consumiendo de todo porque pensamos que estamos
enfermos…
NO. Tu
cuerpo está sano. Solo reacciona a lo que le das de comer, y eso
incluye lo que lees, lo que escuchas y lo que miras.
Si quieres
asegurarte una buena salud, conéctate con la información que brinda la
biosfera. Rodéate de seres vivos. Llena tu casa y tu oficina de plantas, abre
las ventanas para SENTIR el viento y el canto de los pájaros.
No importa si
fumas o no fumas, si bebes o no bebes, si eres adicto a cualquier cosa…las
adicciones son normales en cualquier sociedad de consumo. Las sociedades de
consumo crean y estimulan las adicciones.
Tu cuerpo está
sano. Créetelo y díselo todos los días. Y sal a buscar el contacto con la
biosfera. La in-formación de lo natural. Acaricia a los animales, escucha sus
voces, observa sus movimientos. Déjate caer una siesta bajo un árbol, corre por
la playa o por el parque. Si ves un beso, quédate mirándolo, lo mismo un abrazo
que se den dos personas en la calle. Quédate mirando, absorbe esa información
de todo acto de amor que ande por ahí.
Esa es la
información que necesita tu cuerpo para seguir andando. Y no me vayas a decir
que no hay suficiente belleza en esta Tierra que habitamos, para coger energía
de ella…la hay por todos lados.
Y cuando otros
quieren manipular tu ATENCION, llamarla, convocarla para sus propios intereses,
actúa manejando tu aparato perceptual, orientando tus sentidos hacia lo que
verdaderamente puede darte energía, hacia las fuentes. Como los perros orientan
las orejas de un lado para el otro, tú puedes manejar tu aparato sensorial, tu
percepción, tus sentidos, en la dirección a las fuentes de energía.
¡Toma el sartén por el mango!
Te cargas
entonces, y tienes de sobra.
Son enseñanzas de
mi abuelo, que tuvo una vida espectacularmente durísima, trabajando como
lustrador de zapatos en la calle, donde cantaba “Trapo y cepillo por un
cigarrillo…” y murió a los 90 años, después de haber sido pobre, bombero,
vendedor de lotería y ladrón de sandías. Sus últimas palabras antes de morir en
una muerte dulce (en el féretro tenía una sonrisa en la cara) fueron “Qué
linda es la vida, m’hijita, vos siempre mirá para allá (y me señaló una planta
con una flor) que eso es lo que te da fuerza pa vivir, y no prestes atención a
todo lo malo y lo feo, que eso no sirve pa nada”.
Gracias,
Don Pepe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario