Este
rito, celebrado indefectiblemente en el tiempo que corresponde al año
nuevo aymara, aún goza de una credibilidad plena en este pueblo y en
todo el mundo andino. Es la experiencia vivencial de hombres y mujeres
aymaras cuya vida familiar y comunitaria les lleva a celebrar su
religiosidad respetando el tiempo y espacio organizados desde sus
orígenes.
Para
evitar la exhaustividad, nos colocamos dentro de la estructura general
del ritual, cuya característica responde a la proyección en el mundo
religioso del comportamiento social y cultural de los aymaras: el Ayni,
el principio general de reciprocidad y solidaridad, de ayuda o
colaboración mutua. Consta de las siguientes partes:
Solicitud de ayuda
Introducción
(Ayni)
Permiso para entrar en contacto.
Manifestación de respeto y reverencia.
Se piden disculpas por la molestia.
Acto central
Presentación de la solicitud.
Ofrecimiento de presentes
Compromiso de ayuda.
Intercambio
Diálogo ameno.
Compartir la coca.
Despedida
Reiteración de solicitud y compromiso.
Introducción:
Permiso para entrar en contacto
El celebrante y su asistente saludan a toda la familia solicitando permiso para ocupar el altar y organizar las ofrendas:
Taqpachani,
¡lisiñsanakamanpi! = “con el permiso de todos ustedes” (quitándose el
Ch’ullo se dirigen al altar, lugar donde está ubicada la ofrenda y donde
presidirá el rito).
Responden todos: ¡jumanacankiwa Tata! = “adelante, es un honor tenerlo entre nosotros, maestro”.
Se
sienta con la mirada hacia el este, hacia la salida del sol, toma en
cuenta los elementos y comienza a organizar las ofrendas -para esto ya
se tiene lista una frazada extendida en el suelo, sobre la que se coloca
el awayo- de la siguiente manera: en el medio colocará la cruz; a los
costados de ella vino, incienso y llamp’u en sus respectivos
recipientes; luego, a los márgenes derecho e izquierdo, a una altura
céntrica, una botella de alcohol en cada lado; extenderá el papel blanco
que generalmente es de 80 x 80 cm., sobre el cual, en la parte superior
y en la mitad, coloca una piedra plana y lisa. A los costados de ella
los lloxis (conchas de mar), llenándolos con vino, y debajo las flores.
En la parte central irá acomodando los otros elementos: los papeles
dorados y plateados, los caramelos y confites, algunos ejemplares de los
productos alimenticios y las miniaturas. Cerca de ellos extenderá una
inkuña, donde se colocarán las hojas de coca. Durante este tiempo, los
participantes van conversando y los responsables de la familia estarán
atentos a la posible falta de algún elemento.
Manifestación de respeto y reverencia
Con
máxima reverencia (la familia guiados por el yatiri) se dirigen a Dios
por medio de sus intermediarios (espíritus tutelares). Elevando una
cierta cantidad de coca en sus manos, y de rodillas, el yatiri invoca a
la Pachamama, a los Achachilas y a los Uywiris, pidiéndoles permiso,
sabiduría y presencia para iniciar la ceremonia:
“¡Lisiñsanakamampi’!,
santa tierra Pachamama, tus hijos nos hemos reunido para agradecerte
por todos los frutos que nos has dado durante el año anterior y queremos
renovar nuestra alianza contigo ofreciéndote lo que te corresponde, lo
que te gusta y junto a ello nuestra vida, que es tu vida.
¡Apu
Pokopaca, Apu santa Bárbara, Apu Chunkara, Apu Palomani, Apu Illimani,
Apu Ausangate!, esta noche en que ustedes se disponen para acoger todas
las ofrendas del pueblo aymara, les queremos dar gracias por su
constante protección, fuerza y sabiduría.
¡Uywirinaca!, ¡kunturmamani¡, Cúidennos
esta noche de los espíritus malignos (supayanacata), aléjenlos de estos
lugares para que no perturben nuestro agradecimiento a Dios”.
En seguida ch’alla (asperja) con vino y alcohol por los cuatro esquinas del altar. Luego invoca a Dios con esta oración:
“¡Alaxpachanquiri, akapachankiri taque atipiri Suma Tatitu, jumaw nakatakex Auqui, Yuqa, Qollana Ajayu!
Dios
bueno y todopoderoso, que estás en el cielo y en la tierra, tú eres
para nosotros Padre, Hijo y Espíritu Santo (todos hacen la señal de la
cruz). Somos tus hijos e hijas, y queremos manifestar nuestro
agradecimiento porque nos bendices con las chacras, con salud, con
trabajo y con todo lo que necesitamos. De todo corazón te ruego, TATITU,
que abras las entrañas de la Pachamama, de los Achachilas y de los
Uywiris para que reciban nuestras ofrendas que son el fruto de nuestra
vida y de nuestro sufrimiento. Así también, te pedimos por la
intercesión de Tatitu Santiago, Tatitu Mamani, Exaltación TATA; Rosario
mamitata (de nuestra madre la Virgen del Rosario), mamita Candelaria,
mamita Copacabana (invita a rezar las oraciones del Padre nuestro y el
Ave María)”.
Disculpas por la molestia
En
este momento, el celebrante invita a la familia entera a hacer memoria
de todas las actitudes que han provocado, o están provocando,
desequilibrio y han quebrado la armonía con Dios, ya sea dentro o fuera
de la familia o comunidad. Ello lleva a realizar una ceremonia de
perdón, para la cual el yatiri exhorta a los participantes a restaurar
la armonía rota con Dios por la falta de atención a los protectores, por
la falta de respeto y cuidado con la naturaleza, por las diferencias y
problemas en la familia o comunidad. Los participantes meditan durante
un buen tiempo; arrepentidos y poniéndose de rodillas, comenzarán a
pedir el perdón de Dios y de los protectores:
“Taqi
ñanqhanatsa, taqi juchanakatsa, tatitu khuyapayapxeta”. De todo mal y
pecado, Señor, perdónanos (entre ellos se abrazan y se piden perdón y se
disculpan mutuamente). “Perdonasikiñani, tatituw perdonsis- tani”:
perdonémonos, así como Dios nos perdona).
Acto central:
Presentación de la solicitud
El
celebrante prepara las ofrendas y su asistente distribuye porciones de
coca a los participantes. Mientras ellos van preparando sus k’intus
(ofrendas de coca), piensan sus intenciones: la producción de la chacra,
protección de los fenómenos de la naturaleza, trabajo, salud, viajes,
estudios, fiestas, difuntos. El yatiri, con su asistente, preparan la
ofrenda en las hojas de papel dorado y platinado. Coloca sobre ellas los
productos azucarados en uno y, en el otro, los productos de la tierra
propios de la región; a ellas añade las miniaturas, emparejándolas
cuidadosamente; lo mismo sucede con los otros elementos.
Una vez configurada la ofrenda, cha’lla (asperja) sobre ella con vino, acompañado de invocaciones y oraciones:
“¡Jumakiy
Tatitu! (te pedimos, Dios bueno), bendice estas ofrendas para que
nuestra madre Pachamama, los achachilas y los Uywiris la reciban con
cariño y continúen alimentándonos, protegiéndonos y criándonos durante
el nuevo año”.
Ofrecimiento de los presentes
Es
el momento de la consagración de la ofrenda. Todos, en silencio, se
ponen de rodillas. El yatiri, en actitud reverente, levanta la ofrenda,
la eleva e invoca a Dios:
“¡Tatitu!,
tú creaste para nosotros la Pachamama, en ella y por ella vivimos y
viven todas las plantas y animales. ¡Llamp’uchuymanakasampi! (con el
corazón contrito), te pedimos que bendigas esta ofrenda para entregarla a
la Pachamama y que ella también la reciba de todo corazón. Así también
te pedimos que siempre la hagas productiva y generosa para con nosotros
(e invita a rezar el Padre nuestro)”.
Mientras,
el asistente, con el brasero en la mano -preparado con anticipación-,
inciensa la ofrenda como señal de purificación y consagración, se
procede a la bendición de los participantes, para lo cual, el yatiri
impone la ofrenda sobre la cabeza y su asistente inciensa con el brasero
a cada uno de ellos, rezando en silencio e invitando a mantener una
actitud de recogimiento y de profunda meditación.
Compromiso de ayuda
El
aymara, bajo esta profunda experiencia, siente haber entrado en
intimidad con ese Dios que acoge su ofrenda y le da plena confianza de
continuar bendiciendo su vida y la naturaleza. Sentimiento que le invita
a agradecer y compartir gestos de mucha alegría, exclamando en todo
momento: “¡que sea en buena hora!”
El
yatiri envuelve la ofrenda en la inkuña, se la carga en el awayo,
recoge toda la mesa y entrega la coca a los padres de familia para que
la compartan entre todos.
Intercambio
Diálogo ameno
El diálogo con los protectores y, de ellos, con Dios se realiza bajo una actitud de respeto y de mucha intimidad.
Sólo
el yatiri y su asistente se encargarán de consagrar la ofrenda a la
Pachamama en el Achachila más importante y cercano de la comunidad. Se
dirigen con bastante cautela, intentando llegar antes de la media noche.
Ya allí en los primeros minutos del mes de agosto, encienden una fogata
y la bendicen con vino y alcohol, pronunciando los nombres de los
protectores de los cuatro puntos cardinales para que intercedan ante
Dios por la ofrenda que va a ser inmolada; la depositan en el fuego y
van acompañando la consumación de la misma con aspersiones de vino y
alcohol.
El compartir de la coca
Ese
diálogo es acompañado por el intercambio y el sabor de la coca. Una vez
seguros de su consumación, se sientan, comparten la coca y el alcohol, y
van leyendo en las candentes cenizas la manera cómo Dios y los
protectores reciben las ofrendas.
Despedida
Reiteración de la solicitud y compromiso
Reiterar
los agradecimientos por esos momentos gratuitos significa renovar su
compromiso con ese Dios milenario que les acompaña en cada momento de
sus vidas. Antes de los primeros rayos del sol, los ministros descienden
de la montaña para compartir esa experiencia gratuita y privilegiada de
Dios y los protectores. Su regreso es motivo de gran alegría. Así, los
abrazos y deseos son la anticipación de un ágape fraterno y festivo en
agradecimiento de esos profundos momentos que llevaron a experimentar la
presencia de Dios en el renacimiento del tiempo y en la continua nueva
creación.
Publicadop por Begoña Rojo en :chamanesdelmundo.blogspot.com.ar
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