Los cherokees pertenecen a la familia iroquesa. Se llaman a sí mismo yun´wiyá que significa "gente verdadera". La palabra cherokee no tiene ningún significado y parece ser que es una palabra extranjera. Una palabra parecida aparece por primera vez en un documento francés con fecha de 1.699, esta palabra es “cheraqui”.
Esta tribu vivía especialmente en los estados actuales de Virginia, Carolina del Norte y del Sur, Georgia, Tennessee y Alabama y estaban divididos en siete clanes. La alimentación se basaba en el maíz, habichuelas y calabacín que se complementaba con la caza de animales. Eran principalmente agricultores y el único animal domestico que tenían era el perro. Los cargos jerárquicos estaban muy bien definidos. Había el jefe blanco que representaba el dialogo, y el jefe rojo que representaba la guerra. El jefe blanco tenía más poder que el rojo. Después estaban los ayudantes de éstos y una especie de portavoz que tenía capacidad para hablar en público. Después estaban los representantes de los diversos clanes. En tiempos de guerra todo el poder caía en manos del jefe rojo.
La máxima de la nación cherokee era el mantenimiento de la paz bajo toda costa, fomentaban la relación comercial y política a la toma de las armas.
De la sabiduria de sus Chamanes extraigo este profundo escrito:
Escucha con tu corazón. cuando despiertes por la mañana, agradécele al Creador, a las cuatro direcciones, a la Madre Tierra, al Padre Cielo, y a todas nuestras relaciones, por la vida dentro de ti y por toda la vida a tu alrededor.
Recuerda que todas las cosas están conectadas. Todas las cosas tienen propósito. Considera rendir un “obsequio” distribuyendo tus posesiones a otros que están en necesidad. Estás atado a tus palabras, las cuales no pueden romperse a no ser con el permiso de aquellos a los que se les prometió. Busca armonía y equilibrio en todas las cosas. Siempre es importante recordar dónde estás en relación a todo lo demás y contribuir al Círculo de cualquier manera que puedas, siendo un “ayudante” y protector de la vida. Compartir es la mejor parte de recibir.
Ejerce silencio y paciencia en todas las cosas, como un reflejo de auto-control, resistencia, dignidad, reverencia, y calma interna. Ejerce modestia en todas las cosas, evitando fanfarroneo y comportamiento llamativo que atraiga atención hacia ti mismo. Conoce las cosas que contribuyen a tu bienestar, y aquellas cosas que conducen a tu destrucción. Siempre pide permiso, y da algo por todo lo que es recibido, incluyendo agradecer, y honrar todas las cosas vivientes.
Sé consciente de lo que está a tu alrededor, de lo que está dentro de ti, y siempre muestra respeto. Trata con respeto a cada persona, desde el niño más pequeño hasta el anciano más viejo. No mires fijamente a otros; baja tu mirada como una señal de respeto, especialmente en presencia de Ancianos, maestros, u otras personas honradas. Siempre da una señal de bienvenida cuando pase un amigo o un extraño. Nunca critiques o hables sobre alguien de una forma negativa perjudicial.
Nunca toques sin permiso algo que le pertenezca a alguien más. Respeta la privacidad de cada persona, asegurándote de nunca inmiscuirte en los momentos tranquilos o en el espacio personal de alguien. Nunca interfieras en los asuntos de otro haciendo preguntas u ofreciendo consejos. Nunca interrumpas a otros. En el hogar de otras personas, sigue sus costumbres más que las tuyas. Trata con respeto a todas las cosas sagradas de otros, ya sea si las entiendas o no.
Trata a la Tierra como tu madre; entrégale, protégela, hónrala; muestra profundo respeto por aquellos del mundo animal, mundo de las plantas, y mundo mineral. Escucha la orientación ofrecida por todo tu entorno; espera que esta orientación venga en forma de oración, sueños, soledad silenciosa, y en palabras y hechos de Ancianos sabios, y amigos. Escucha con tu corazón.
Aprende de tus experiencias, y siempre sé abierto a las nuevas. Siempre recuerda que una sonrisa es algo sagrado, para ser compartido. Vive cada día cuando llegue...
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