La sangre es la sabia universal que contiene la memoria de eso que somos. La mujer es el reflejo de la Madre Tierra, pues nuestro universo es creado dentro del útero de la Madre Tierra y nosotras nos conectamos con la tierra desde nuestro útero. Somos Entidades encarnadas bajo los múltiples arquetipos de la Diosa. En las culturas primitivas se veneraba la sangre menstrual como resultado de la energía de la Tierra manifestada en este plano.
Con el nacimiento de las primeras religiones ese poder
femenino, fue sustituido por el derramamiento de sangre procedente de las
batallas o guerras entre los pueblos. En la edad media “la menstruación” fue un
símbolo de brujería y tabú. En algunas culturas indígenas se consideraba que la
adolescente al recibir su primera regla era poseída por los malos espíritus,
así recibía una iniciación donde era apaleada hasta que los espíritus se
marchaban. Otras culturas sin embargo, consideraban la regla como la primera
conexión con la Pacha Mama, así las muchachas, llegado el día, se embadurnaban
de barro como símbolo de su primera conexión con Gaia.
Durante la inquisición la mujer fue cruelmente
perseguida. En este tiempo relacionaban a la doncella menstrual con el diablo.
A los hombres les estaba prohibido tocar a la menstruante. La menstruación
termino convirtiéndose en el síntoma de una enfermedad desconocida. La
tradición popular tilda a la menstruante en esos días como enferma o “mala”.
No son una novedad los síntomas relacionados con la
menstruación. El “Síndrome Premenstrual”, se manifiesta con una serie de
síntomas físicos y de conducta. El dolor menstrual es una realidad nuestros
días y en el mercado existen toda clase de medicamentos a tal efecto. Estos
síntomas son el resultado de una creación de la consciencia colectiva que ha
sido proyectada sobre las mujeres a lo largo de la historia.
A nivel emocional los cambios de actitud son muy
latentes, y hasta que la mujer no comprende sus ciclos no estará habilitada a
vivir sus procesos menstruales en comunión con su naturaleza femenina.
Todo esto es debido a una falta de comprensión de lo
que realmente esto simboliza.
Cada mujer desde la pubertad hasta su madurez vive
procesos de contracción y expansión cada 28 días. Estos 28 días coinciden con
los ciclos lunares. Cada ciclo lunar esta asociado a un arquetipo dentro del
ciclo de la creación. Así la luna llena representaría el ovario fecundo o el
ovario no fecundo, que es devuelto a la tierra. La semilla de vida es retornada
en forma de sangre o en la manifestación de un nuevo ser.
La mujer convive con 4 arquetipos distintos dentro de
si misma, cuatro visiones distintas del mundo. Así podemos entender porque la
ley del cambio opera dentro de nosotras de forma vertiginosa. Somos Diosas en
acción. Entender nuestras fases menstruales en relación con las fases lunares
nos abre una puerta al entendimiento universal de nuestra presencia en la
tierra.
Cuando estamos con nuestra regla tenemos una conexión
directa con el creador y con la Madre Tierra. Esta fase correspondería a lo que
es la Luna llena que esta directamente relacionada con el arquetipo de la
Sacerdotisa del tarot. La sacerdotisa representa la conexión con el cielo y la
tierra, manifestando dicha unión desde la naturaleza mas intima con el creador.
Es el tiempo de mayor conexión. Por eso en ceremonias las mujeres que están en
este ciclo lunar deben ejercer de sacerdotisas pues sostienen ambos planos
(cielo y tierra) desde su útero. En este tiempo manifestamos nuestro poder de
co-creación en comunión con la naturaleza.
Cuando la luna esta menguante entra en la fase de la
Mujer Sabia, en este tiempo atravesamos estados de aislamiento para poder hacer
aflorar el inconsciente. Es el tiempo de la visión interior. Estos son los días
en los que no nos apetece hablar ni ver a nadie, esto es debido a que a un
nivel inconsciente sentimos la pérdida de esta sangre como una posibilidad
perdida de haber creado una nueva vida. A nivel físico experimentamos una
perdida de minerales, a un nivel inconsciente experimentamos la bajada a
nuestro infra-mundo donde nos enfrentamos con nuestra sombra, permitiendo que
aflore purificándose para dar la bienvenida al nuevo ciclo.
La luna nueva nos trae la energía de la Madre, en este
tiempo es donde plantamos la semilla de los planes futuros. Es donde nutrimos
estos planes para que se den de acuerdo con las leyes del creador. La reserva,
el mimo y cuidado con el que nutrimos nuestros asuntos es de vital importancia
durante este ciclo.
La Luna Creciente nos conecta con la energía de la
Chamana, aquí sentimos la fuerza creadora, creciendo en el útero, una nueva
posibilidad de engendrar una nueva vida. En este tiempo nos sentimos más
seductoras y nuestra energía se manifiesta con la fuerza de pura vida.
La causa de que la Regla haya sido un tema tabú hasta
nuestros días no es otra que la de permanecer desconectadas de la Madre Tierra,
desconectadas de nuestra naturaleza. Conectarnos con nuestra LUNA ROJA es
volver a recuperar nuestra condición natural. Nuestra sangre tiene toda la
información genética de nuestros ancestros. Somos el último eslabón de esa
cadena. Como mujeres además tenemos la conexión directa con el planeta Gaia.
Establecer esa conexión es despertar a una consciencia más universal.
Nuestra
sangre es portadora de pura vida, su poder sanador es ilimitado. Ofrendarla a
la tierra nos conecta con las memorias ancestrales del planeta, permitiendo que
afloren en nosotros cualidades y capacidades que permanecían dormidas dentro de
nosotras. Es conectarnos con la Madre con todo su potencial de vida. Cuando desechamos nuestra sangre
a la basura estamos conectándonos con los desechos artificiales creados por el
hombre. Cada mes ofrendarle a la Madre Tierra tu sangre, ella te devolverá tu
ofrenda con creces. Esa relación con la madre es intima. Recoge tu sangre cada
mes y busca un lugar en la naturaleza que tu sientas. Al principio puedes pedir
ayuda para que los desechos energéticos que hay en tu sangre sean transmutados
por la tierra. Cuando hacemos esto la Madre Tierra transmuta los bloqueos
energéticos que estén afectándonos.
A través de una alimentación adecuada (basada en el
consumo de grano integral) tu sangre se convierte en un reclamo de unidad con
la madre que ella reconocerá, aumentando así el proceso de sanción del planeta.
Cuando un mujer abre su consciencia la actitud de esta afecta a la consciencia
femenina de todo el planeta.
Cuando
entregamos nuestra sangre en un lugar concreto tomamos la energía de ese lugar,
creando así una red de vida a lo largo y ancho del planeta.
Siéntete libre de compartir esta información con todas las mujeres que conozcas y feliz regreso al hogar de la madre!!!!
Siéntete libre de compartir esta información con todas las mujeres que conozcas y feliz regreso al hogar de la madre!!!!
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