En el plano
material, tanto nosotros como el árbol estamos hechos de los mismos elementos
reciclados: principalmente carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y otros
elementos en cantidades minúsculas. Estos elementos se podrían comprar en un
laboratorio. Por tanto, la diferencia entre nosotros y el árbol no reside en el
carbono, o en el hidrógeno o en el oxígeno. De hecho, nosotros y el árbol
intercambiamos constantemente nuestro carbono y nuestro oxígeno. La verdadera
diferencia entre los dos está en la energía y en la información.
En el orden general de la naturaleza, nosotros, los seres humanos, pertenecemos a una especie privilegiada. Tenemos un sistema nervioso capaz de tomar conciencia del contenido de energía e información de ese campo particular que da origen a nuestro cuerpo físico. Experimentamos ese campo subjetivamente en forma de pensamientos, sentimientos, emociones, deseos, recuerdos, instintos, impulsos y creencias. Este mismo campo es percibido objetivamente como el cuerpo físico - y por medio del cuerpo, percibimos ese campo como el mundo. Pero todo está hecho de lo mismo. Por eso los antiguos videntes exclamaban: "Yo soy eso, usted es eso, todo esto es eso, y eso es todo lo que existe".
Lo que es asombroso acerca del sistema nervioso de la especie humana es que puede gobernar ese infinito poder organizador a través de la intención consciente. En la especie humana, la intención no está fija o encerrada en una red rígida de energía e información. Tiene una flexibilidad infinita. En otras palabras, mientras no infrinjamos las otras leyes de la naturaleza, a través de nuestra intención podemos, literalmente, dirigir las leyes de la naturaleza para convertir en realidad nuestros sueños y nuestros deseos.
Podemos poner a trabajar para nosotros al computador cósmico, con su infinito poder organizador. Podemos ir hasta ese fundamento último de la creación e introducir una intención, y con sólo hacerlo, activar el campo de la correlación infinita.
La intención sienta las bases para el flujo fácil, espontáneo y suave de la potencialidad pura, que busca pasar de lo inmanifiesto a lo manifiesto. La única advertencia es que utilicemos nuestra intención para beneficio de la humanidad; pero eso es algo que sucede espontáneamente cuando uno está alineado con las siete leyes espirituales del éxito.
La intención, combinada con el desapego, lleva a una conciencia del momento presente centrada en la vida. Y cuando la acción se realiza teniendo conciencia del momento presente, su eficacia es máxima. La intención mira hacia el futuro, pero la atención está en el presente. Mientras la atención esté en el presente, la intención hacia el futuro se cumplirá porque el futuro se crea en el presente. Debemos aceptar el presente tal como es. Aceptemos el presente y proyectemos el futuro. El futuro es algo que siempre podemos crear por medio de la intención desapegada, pero nunca debemos luchar contra el presente.
El pasado, el presente y el futuro son propiedades de la conciencia. El pasado es recuerdo, memoria; el futuro es expectación; el presente es conciencia. Por consiguiente, el tiempo es el movimiento del pensamiento. Tanto el pasado como el futuro nacen en la imaginación; solamente el presente, que es conciencia, es real y es eterno. Lo es. Es la potencialidad para el mundo del espacio y el tiempo, la materia y la energía. Es un campo eterno de posibilidades que se experimenta a sí mismo en forma de fuerzas abstractas, trátese de la luz, el calor, la electricidad, el magnetismo o la gravedad. Estas fuerzas no están ni en el pasado ni en el futuro; sencillamente son.
Si tenemos conciencia del momento presente centrada en la vida, entonces los obstáculos imaginarios - los cuales constituyen más del noventa por ciento de los obstáculos percibidos - se desintegran y desaparecen. El restante cinco a diez por ciento de los obstáculos percibidos se pueden convertir en oportunidades por medio de la intención focalizada.
La intención focalizada es la atención que no se aparta de su propósito. Tener una intención focalizada significa mantener nuestra atención en el resultado que perseguimos, con un propósito tan inflexible que impida completamente que cualquier obstáculo consuma o disipe la concentración de nuestra atención. Se eliminan de la conciencia todos los obstáculos, de manera total y completa. Así podemos mantener una serenidad inconmovible, a la vez que mantenemos con pasión intensa el compromiso con nuestro objetivo.
Éste es, simultáneamente, el poder de la conciencia sin apego y la intención focalizada.
Aprendamos a aprovechar el poder de la intención, y podremos crear cualquier cosa que deseemos.
Extraído del libro: Las siete Leyes Espirituales del Éxito.
DEEPAK CHOPRA
Se recomienda su lectura completa y detallada.
En el orden general de la naturaleza, nosotros, los seres humanos, pertenecemos a una especie privilegiada. Tenemos un sistema nervioso capaz de tomar conciencia del contenido de energía e información de ese campo particular que da origen a nuestro cuerpo físico. Experimentamos ese campo subjetivamente en forma de pensamientos, sentimientos, emociones, deseos, recuerdos, instintos, impulsos y creencias. Este mismo campo es percibido objetivamente como el cuerpo físico - y por medio del cuerpo, percibimos ese campo como el mundo. Pero todo está hecho de lo mismo. Por eso los antiguos videntes exclamaban: "Yo soy eso, usted es eso, todo esto es eso, y eso es todo lo que existe".
Lo que es asombroso acerca del sistema nervioso de la especie humana es que puede gobernar ese infinito poder organizador a través de la intención consciente. En la especie humana, la intención no está fija o encerrada en una red rígida de energía e información. Tiene una flexibilidad infinita. En otras palabras, mientras no infrinjamos las otras leyes de la naturaleza, a través de nuestra intención podemos, literalmente, dirigir las leyes de la naturaleza para convertir en realidad nuestros sueños y nuestros deseos.
Podemos poner a trabajar para nosotros al computador cósmico, con su infinito poder organizador. Podemos ir hasta ese fundamento último de la creación e introducir una intención, y con sólo hacerlo, activar el campo de la correlación infinita.
La intención sienta las bases para el flujo fácil, espontáneo y suave de la potencialidad pura, que busca pasar de lo inmanifiesto a lo manifiesto. La única advertencia es que utilicemos nuestra intención para beneficio de la humanidad; pero eso es algo que sucede espontáneamente cuando uno está alineado con las siete leyes espirituales del éxito.
La intención, combinada con el desapego, lleva a una conciencia del momento presente centrada en la vida. Y cuando la acción se realiza teniendo conciencia del momento presente, su eficacia es máxima. La intención mira hacia el futuro, pero la atención está en el presente. Mientras la atención esté en el presente, la intención hacia el futuro se cumplirá porque el futuro se crea en el presente. Debemos aceptar el presente tal como es. Aceptemos el presente y proyectemos el futuro. El futuro es algo que siempre podemos crear por medio de la intención desapegada, pero nunca debemos luchar contra el presente.
El pasado, el presente y el futuro son propiedades de la conciencia. El pasado es recuerdo, memoria; el futuro es expectación; el presente es conciencia. Por consiguiente, el tiempo es el movimiento del pensamiento. Tanto el pasado como el futuro nacen en la imaginación; solamente el presente, que es conciencia, es real y es eterno. Lo es. Es la potencialidad para el mundo del espacio y el tiempo, la materia y la energía. Es un campo eterno de posibilidades que se experimenta a sí mismo en forma de fuerzas abstractas, trátese de la luz, el calor, la electricidad, el magnetismo o la gravedad. Estas fuerzas no están ni en el pasado ni en el futuro; sencillamente son.
Si tenemos conciencia del momento presente centrada en la vida, entonces los obstáculos imaginarios - los cuales constituyen más del noventa por ciento de los obstáculos percibidos - se desintegran y desaparecen. El restante cinco a diez por ciento de los obstáculos percibidos se pueden convertir en oportunidades por medio de la intención focalizada.
La intención focalizada es la atención que no se aparta de su propósito. Tener una intención focalizada significa mantener nuestra atención en el resultado que perseguimos, con un propósito tan inflexible que impida completamente que cualquier obstáculo consuma o disipe la concentración de nuestra atención. Se eliminan de la conciencia todos los obstáculos, de manera total y completa. Así podemos mantener una serenidad inconmovible, a la vez que mantenemos con pasión intensa el compromiso con nuestro objetivo.
Éste es, simultáneamente, el poder de la conciencia sin apego y la intención focalizada.
Aprendamos a aprovechar el poder de la intención, y podremos crear cualquier cosa que deseemos.
Extraído del libro: Las siete Leyes Espirituales del Éxito.
DEEPAK CHOPRA
Se recomienda su lectura completa y detallada.
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