domingo, 17 de agosto de 2014

CARLOS CASTAÑEDA EL CHAMÁN.

El primer requisito del Acecho es el No tener compasión, ni por uno mismo ni por los demás. Ya hemos comprobado que los autores tienen toneladas de autocompasión y que incluso una gran parte de ella la disfrazan de importancia personal, a la que ponen traje y corbata, la limpian los zapatos, la atienden y la miman con esmero.

Los expertos aseguran que si se pierde la autocompasión se pierde automáticamente la compasión por los demás. Ser despiadado no significa ser áspero o grosero, ni que no importen los demás y sus circunstancias, ser despiadado significa que se ha perdido la importancia personal y que se tiene a la muerte como consejera. Si se elimina la importancia personal se elimina el pegamento que une nuestras dos conciencias, la que se nos entrega virgen cuando nacemos y la que adquirimos a lo largo de la vida. Tampoco hay que olvidar que el Acecho se inicia acechándose a uno mismo, sin compasión, con paciencia, con astucia y con simpatía.
El acecho es el arte de usar la conducta de un modo original, con propósitos específicos. La conducta normal, en el mundo cotidiano, es rutinaria. Cualquier conducta que rompe con la rutina causa un efecto desacostumbrado en nuestros ser total. Ese efecto desacostumbrado es el que buscan los brujos, porque es acumulativo. Y su acumulación es lo que hace de un brujo un acechador. Los brujos videntes de la antigüedad vieron que la conducta desacostumbrada produce un temblor en el punto de encaje. Si se practica la conducta desacostumbrada de manera sistemática e inteligente, a la larga, esa práctica fuerza al punto de encaje a moverse.


El verdadero desafío para esos brujos videntes fue encontrar un sistema de conducta que no fuera trivial o caprichoso, y que fuera capaz de combinar la moralidad y el sentido de la belleza que distinguen a los brujos videntes de los simples hechiceros. Y ese sistema se llama: El Arte Del Acecho. Cualquiera que logre mover su punto de encaje a una nueva posición es un brujo. Partiendo de esa nueva posición, un brujo puede hacer toda clase de cosas, buenas o malas a sus semejantes. La meta de los brujos videntes es ser más que brujo, y para eso necesitan belleza y moralidad.


La verdad es que si los autores fueran capaces de lograr llegar a ser hechiceros regionales de cuarta categoría nos daríamos por satisfechos. Se trata de lograr que muevan el punto de encaje de manera voluntaria y que el narrador sea capaz de narrarlo. Si para ello hay que dejar de tener compasión, pues sea. Lo más importante es entender que no hay otro camino, que el pájaro de la libertad ya ha pasado, y que o siguen su estela o renuncian para siempre. No valen las excusas, no vale la seguridad infundada del rebaño, siempre llega el depredador, la muerte es individual y desapareceremos sin dejar rastro. Sólo hay un camino, la libertad, y un obstáculo, la muerte. “El miedo es un enemigo terrible, traicionero y enredado como los cardos. Se queda oculto en cada recodo del camino, acechando, esperando. Y si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo habrá puesto fin a su búsqueda.”



ELAPRENDIZDECHAMAN

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