SÓLO EL AMOR ES REAL
BRIAN
WEISS
Nuestra tarea es aprender,
llegar a ser divinos a través del conocimiento. Sabemos tan pocas cosas…
Gracias al conocimiento nos acercamos a Dios, y entonces podemos descansar.
Después volvemos para enseñar y ayudar a los demás.
Prólogo
He
recorrido un largo camino desde el día en que me di cuenta de que la vida
humana es algo más maravilloso y más profundo de lo que me había hecho creer mi
rigurosa formación médica.
Cuando
conocí a Catherine, la paciente cuya historia se cuenta en mi primer libro,
“Muchas vidas, muchos maestros”, ya había publicado varias decenas de trabajos
científicos y adquirido reconocimiento internacional. Con ella entré en
contacto, en forma repentina y sorprendente, con lo espiritual. De modo
inexplicable, Catherine empezó a revivir lo que parecían recuerdos de vidas
anteriores. Y lo que es más, todos sus síntomas clínicos mejoraron a través de
ese proceso de regresión. Empecé a descubrir la armonía existente entre ciencia
e intuición, y mi vida también cambió.
Hoy
sabemos que por sí solas, la tecnología y la ciencia son incapaces de resolver
nuestros problemas. Sólo cuando se emplean con iluminación y sabiduría puede
ayudarnos de verdad. Tenemos que encontrar el equilibrio adecuado, y el amor es
la piedra sobre la que se basa el equilibrio.
En Los mensajes de los sabios me he
referido a la energía común a todas las experiencias metafísicas: la
reencarnación, la naturaleza del alma, la curación, los dones de los médiums y,
sobre todo, a la increíble sabiduría de los Sabios, seres que parecen existir
en el ‘otro lado’ de esta vida.
Las
ideas y conceptos contenidos en sus mensajes son como semillas singulares que han
crecido y madurado en mi mente a lo largo de los años hasta convertirse en
preciosas flores.
Este
pequeño libro está integrado por una selección de textos contenidos en esa
obra, que espero sirvan a los lectores como fuentes de reflexión e inspiración
en su búsqueda de lo realmente importante: el crecimiento espiritual, la
alegría, la paz, la vida eterna… y sobre todo, recordarles el poder del amor,
porque sólo el amor es real.
¿Qué
es el amor?
El amor es la respuesta de a todo.
El
amor no es una abstracción,
sino
una energía
de verdad.
Empieza
a entrar en contacto con Dios en tu interior.
Siente el amor.
Expresa el amor.
El
amor disuelve el miedo.
Cuando
se siente amor no puede temerse nada.
Como
todo es energía,
y el
amor abarca todas las energías,
todo es amor.
Nuestros corazones conocen
el camino de la
felicidad y la paz
interior.
Prácticas espirituales
como la meditación y la oración
nos recuerdan lo que ya
sabemos.
Cuando nos olvidamos
del mensaje de nuestro corazón
y caemos en la rutina y en
los baches de la vida,
nos sentimos insatisfechos y desdichados.
Nuestra perspectiva está
borrosa,
hemos olvidado nuestro plan
de vida,
nos hemos perdido.
El remedio es sencillo.
Dedica tiempo a recordar tu divinidad,
tu naturaleza espiritual.
Recuerda por qué estás aquí.
La meditación es una forma
de despertar la memoria.
La
meditación
es el arte de poner la mente
en blanco
para acallar la cháchara perpetua
que normalmente llena
nuestra conciencia.
En la tranquilidad de la
mente silenciosa,
empezamos a ser observadores,
a tomar distancia y,
con el tiempo y la práctica,
a darnos cuenta de que existe
un
nivel de conciencia superior.
Dentro
de nuestras formas humanas
hay un ser
espiritual.
Nuestra parte espiritual nunca
muere.
Jamás perdemos a nuestros
seres queridos.
En realidad,
todos los seres humanos estamos
conectados…
para
siempre.
Cuando tenemos experiencias
espirituales,
casi siempre evocamos la
energía del amor.
Esa forma de amor es
incondicional, absoluta e ilimitada.
Es como un impulso de energía
pura,
una energía que también
posee atributos de gran fuerza,
como la sabiduría, la compasión,
la eternidad y la conciencia
sublime.
El amor es la energía más
básica y dominante que existe,
Es la esencia de nuestro ser
y nuestro universo.
Es el componente fundamental
de la naturaleza
que conecta y une todas las
cosas, a todas las personas.
La energía del amor es, en potencia,
más fuerte que cualquier bomba
y más sutil que cualquier hierba.
Lo que sucede es que aún no
hemos podido aprovechar
esa energía tan básica y
pura.
Cuando lo consigamos, podrá
darse una curación
en todos los niveles,
individualidad planetaria.
Nuestras almas siempre se sienten atraídas hacia el
amor.
Cuando comprendamos de verdad el concepto
de que el amor es energía que lo abarca todo
y que su impulso curativo puede transforma con rapidez
nuestros cuerpos, mentes y almas,
superaremos
nuestros males y nuestros dolores..
Dios es paz. Dios es amor.
No
hemos olvidado de que,
Puesto que hemos sido
creados a imagen divina,
Dios esta en nuestros
corazones y somos criaturas de paz, seres de amor y divinidad.
Sólo
hay una religión, la del amor.
Sólo puede haber una, porque sólo hay un Dios,
el Dios de todos nosotros.
Tenemos que amarnos los unos
a los otros, porque el amor es el camino.
De lo contrario nos
condenaremos a repetir curso tras curso, hasta que aprendamos la lección del
amor.
Sólo
si nos deshacemos de nuestros miedos,
si vemos a la gente de otras
religiones como iguales,
como almas como nosotros
que van camino del cielo,
podremos
amar en un sentido
auténtico, incondicional.
Todos
somos lo mismo.
Todos remamos en la misma
galera.
En nuestras muchas
reencarnaciones,
hemos sido de todas las
religiones, de todas las razas.
El alma no tiene raza, o
tiene religión.
Sólo conoce el amor y la
compasión.
Todos somos seres divinos.
Hace miles de años que lo
sabemos,
pero nos hemos olvidado.
Y para volver a casa
tenemos que recordar el camino
Como los radios de una rueda
de bicicleta,
todos los caminos indicados
por las grandes religiones
llevan al mismo centro,
a la devoción y la iluminación.
No hay un camino mejor o
peor que otro.
Hay grandes verdades,
belleza y sabiduría
en todas las grandes
tradiciones religiosas.
No es necesario que
abandonemos nuestra tradición.
Al fin y al cabo, unas
prefieren las rosas,
y en cambio a otros les
gustan más
las flores silvestres o los girasoles.
Todas tienen su belleza
propia
y Dios hace que el mismo sol
las ilumine,
que la misma lluvia las
alimente.
Son distintas, pero todas
son especiales.
La lluvia cae sobre malas hierbas
igual que sobre las flores,
y el sol brilla en las
cárceles
igual que en las iglesias.
La luz de Dios no
discrimina,
y tampoco la nuestra debe
hacerlo.
No hay un único camino,
una única iglesia,
una única ideología.
Sólo hay una luz.
Cuando caen las barreras,
todas las flores pueden florecer juntas
en un jardín de esplendor
sin igual,
un paraíso terrenal.
Recordar que somos almas,
que somos inmortales y que existimos siempre en un
vasto mar de energía es la clave para llegar a la alegría y a la felicidad.
En ese mar energético, toda una serie de espíritus que
están para ayudarnos nos conducen por el sendero de nuestro destino, nuestro
viaje evolutivo hacia la conciencia de Dios.
No competimos con ninguna otra alma: nosotros tenemos
nuestro sendero y ellos el suyo.
No se trata de una carrera, sino de un viaje que
emprendemos juntos hacia la luz de la conciencia.
Las almas que han progresado o evolucionado más tienden
una mano con amor y compasión a las que se han quedado atrás.
La última alma que completa su trayecto no vale menos
que la primera.
Todo es crecimiento y aprendizaje, un crecimiento
continúo.
El cuerpo no es más que un vehículo que utilizamos
mientras estamos aquí.
Lo que perdura eternamente es el alma y el espíritu.
Nuestras almas existen en una corriente de amor
energético.
Nunca nos separamos realmente de nuestros seres
queridos, aunque nos sintamos alejados y faltos de amor.
Olvídate del pasado. Ya no volverá.
Aprende de él y déjalo en paz.
La gente madura y cambia constantemente.
No te aferres a una imagen ilimitada,
desconectada y negativa de
una persona en
el pasado.
Mírala como es ahora.
Tu relación con los demás esta siempre viva, siempre en
continuo cambio.
Cuando las
religiones hablan de la naturaleza de Dios, siempre se menciona el amor.
Eso se cumple en todas las religiones y nos une a
todos.
Todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios y Dios está dentro
de todos.
Nuestra naturaleza básica se basa en el amor,
la paz, el equilibrio y la armonía.
Nuestra esencia innata es compasiva,
cariñosa y buena.
No nos hace falta aprender qué son el amor y el
equilibrio, la paz y la compasión, el perdón y la fe.
Los conocemos desde siempre.
Anhelamos la Ilusión de seguridad,
en lugar de la seguridad de
la sabiduría y el amor.
La verdadera seguridad
deriva de la paz interior
y del conocimiento de
nuestra esencia auténtica,
que es espiritual.
En realidad nada puede
hacernos daño,
porque somos inmortales y eternos,
porque somos seres
espirituales,
no cuerpos físicos,
porque siempre hay quien nos
ama y nos protege,
porque nunca
estamos solos,
porque Dios
y todo un ejército de seres amorosos
nos protegen siempre,
porque todos tenemos la
misma esencia.
Así, pues, no hay por qué
tener miedo.
Esta verdad
es el secreto de nuestra
seguridad y de nuestra alegría.
Eres
un carpintero
que
está construyendo su hogar espiritual.
¿Cuántos
martillos hacen falta
para levantar tu hogar espiritual?
¿Qué
es mejor, mil martillos o uno perfecto?
Lo
que cuenta es la calidad de la casa,
no
cuántos martillos tiene el carpintero.
Dedicamos
demasiado tiempo
a
acumular martillos
y
no el suficiente
a
construir nuestro hogar espiritual.
El amor lleva a la comprensión.
La comprensión lleva a la
paciencia.
Y entonces se detiene el
tiempo,
y todo pasa aquí y ahora.
La comprensión es lo que cura,
y a través de ella
se renueva eternamente el amor
y se manifiesta.
Al ir comprendiendo
nos deshacemos de los miedos.
Al ir deshaciéndonos de los
miedos,
desaparecen los obstáculos
que nos impiden alcanzar el
amor
y éste fluye con libertad
en nuestro interior y entre
nosotros.
En
nuestra vida terrenal,
es
difícil recordar que somos almas
y no simples cuerpos
físicos.
Constantemente nos distraen
las ilusiones y desilusiones
de este mundo.
Nos enseñan que el dinero,
el poder,
y el prestigio y las
posesiones materiales
son de suma importancia
y a veces incluso el motor
de nuestras vidas.
Nos enseñan que para ser
felices
tenemos que lograr que los
demás
nos aprecien y nos respeten.
Estar solo, nos dicen, es
ser desgraciado.
En realidad somos seres
inmortales
que nunca se separan
energéticamente
de los que aman.
Tenemos almas gemelas
y familias espirituales que
son eternas.
Los espíritus guardianes
nos guían y nos aman
siempre.
Nunca estamos solos.
Al morir no nos llevamos
las ‘cosas’ que poseemos.
Nos llevamos nuestros actos
y nuestras obras,
Los frutos de la sabiduría
de nuestro corazón.
Cuando despertamos a la idea
de que todos somos seres
espirituales,
cambian nuestros valores.
Y
por fin podemos ser felices y estar en paz.
Hay mucha belleza,
mucha
verdad y amor a nuestro alrededor,
pero
muy pocas veces nos tomamos las cosas
con
la suficiente calma para apreciarlos,
como
para darnos cuenta.
A
veces hace falta
que
suframos una gran pérdida
para
recordar la belleza y el amor que nos
rodean,
pero
solemos olvidarnos pronto y caer en la rutina.
Tomemos
las cosas con calma.
Gocemos
de los frutos de este magnífico jardín.
Este mundo se te entrega
como
un jardín de gran hermosura.
Si
no gozas de sus frutos
reduces
su belleza.
Ser feliz y divertirse no es
malo,
ni es pecado, ni algo poco
espiritual.
Al contrario: no avanzarás
hasta que aprendas a estar alegre.
Sé más espiritual.
Dedica más tiempo a rezar, a
dar, a ayudar a los demás, a amar.
Hazte voluntario y expresa
generosidad y amor.
Despréndete del orgullo, del
ego, del egoísmo, de la rabia, de la culpa, de la vanidad y de la ambición.
Pasa menos tiempo
acumulando cosas,
preocupándote, estancado en
el paso o en el futuro.
Aléjate de la violencia y
los violentos.
No aceptes ninguna idea
antes de contrastarla con tu sabiduría intuitiva.
¿Es algo que fomenta el
desarrollo del amor, de la bondad, de la paz y de la unidad?
¿O algo que promueve la
separación, la división, el odio, el egocentrismo y la violencia?
Eres inmortal.
Estás
aquí para aprender, para saber más, para ser divino.
Lo
que aprendas aquí seguirá contigo cuando mueras.
No
podrás llevarte nada más.
Es
así de sencillo.
El
reino de los cielos está en tu interior.
Deja
de buscar gurús.
En
vez de eso, búscate a ti mismo.
No
tardarás en encontrar a tu verdadero hogar.
No
morimos
cuando muere nuestro cuerpo
físico.
Una parte de nosotros
sigue existiendo.
Espíritu,
alma, conciencia.
Es como atravesar un umbral
para entrar en otra
habitación mayor,
más luminosa.
Por
eso no tenemos que temer.
Siempre nos rodea el amor.
Nuestros seres queridos no
nos abandonan nunca.
Todos
somos almas hermosas e inmortales.
Estamos en un cuerpo durante
un tiempo,
pero nuestra esencia no es
ese cuerpo.
No
todo el mundo
nace con el talento de un
virtuoso del piano
pero, con lecciones, con práctica
y con mucho esfuerzo
podemos aprender a tocar
alguna cancioncilla.
Lo mismo sucede
con el desarrollo de los
procesos intuitivos.
Todos llegaremos a
comprender que la sabiduría está en nuestro interior y, al ir
recordando, practicando y teniendo acceso a esa sabiduría nos convertiremos en
los mejores maestros que podamos tener.
Llegados a este punto,
encontramos paz y alegría en el presente, porque de lo que se trata
es de cómo vivimos en la vida ahora, siendo espirituales, sin
fijarnos en lo que nos han enseñado que tenemos que creer.
Al ir despertando, los espíritus
nos cantarán
sus canciones de amor
directamente al oído.
Sin
amor y sin Dios no hay nada.
Dios no exige nuestro respeto.
Insistimos en personificar a Dios
a pesar de que sabemos
que está mucho más allá de lo que
somos capaces de conceptualizar.
Dios no tiene sexo.
Ésa es otra personificación.
Dios no tiene religión.
En el fondo de nuestro corazón todos lo sabemos.
Dios no tiene raza.
Dios lo es todo,
una energía de amor
que posee una sabiduría
y un poder incomprensibles.
Todos estamos comprendidos
en Dios,
porque él esta en todos y cada uno de
nosotros,
es la sustancia de nuestro
ser.
Es muy humano desear signos
y mensajes inmediatos.
Sin embargo, para escuchar
hay que saber hacerlo,
y para saber
hay que dedicar tiempo a aprender.
Si lo practicas el silencio
el viaje interior,
si te das tiempo para escuchar
y crear el espacio para
escuchar,
serás capaz de oír.
Serás capaz de ver los signos
y recibir los mensajes que
esperas.
Al mismo tiempo,
desarrollarás el arte de la paciencia.
La paciencia y la oportunidad…
Todo llega cuando tiene que
llegar.
Una vida llega cuando uno
puede vivirse sin prisas,
no puede ajustarse a un
calendario.
La vida no tiene final, nunca
morimos.
Nunca hemos nacido de
verdad.
Lo que sucede
es que pasamos por distinatas
fases.
No existe un final.
Los seres humanos tenemos
muchas dimensiones
pero el tiempo no es como lo vemos,
sino que se compone de
lecciones
que se van aprendiendo.
Sólo
el amor es real.
El amor es una energía de
increíble poder y fuerza.
Todos estamos hechos de esa
energía.
El amor es algo absoluto.
El amor no termina nunca, no
se detiene nunca.
La forma más pura es el amor
incondicional, el que no espera nada a cambio.
Escuchemos nuestras
intuiciones y no dejemos que nuestros miedos influyan en los murmullos de
nuestro corazón.
Vivamos la libertad de amar
sin reprimirnos, sin reservas, sin condiciones.
No tengamos miedo.
Somos inmortales, espíritus
eternos, y somos siempre amados.
De hecho, somos
amor.
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