viernes, 10 de abril de 2015

Secretos ancestrales para el cuerpo y el espíritu


Limpiezas espirituales, cómo vencer mentalmente a los enemigos y sanar cuerpo y alma a través de técnicas indígenas. Gustavo Fernández Especial para UNO
Se llama Chamanismo y lo tuvieron todos los pueblos, culturas y razas. Depende un profundo conocimiento de la Naturaleza, la visible y la oculta, y es un mundo donde el trato con los espíritus de los ancestros es tan cotidiano como mezclar hierbas o entrenar la mente y el cuerpo. Los indígenas de todo el mundo, pero especialmente los de lo que hoy es México, conocían herramientas formidables para fortalecer la Voluntad, eliminar miedos, fobias, ansiedades, temores e inseguridades, vencer al enemigo con su actitud, en síntesis, desarrollar sus poderes ocultos para aplicarlos en la vida cotidiana. Algo que el hombre /y la mujer) contemporáneos también puede aprender.

El Guerrero Interior. Casi todas las prácticas espirituales indígenas no apuntaban tanto a adorar dioses exteriores sino a enfocarse en la partícula de Dios que hay dentro de cada uno de nosotros mismos. Esta partícula podía amplificarse, ponerse bajo el control de la propia mente y fortalecernos, enfrentando así con eficacia todo tipo de sufrimientos y contratiempos, ante los cuales resultar victoriosos o, cuando menos, indiferentes. El estoicismo de los indígenas ante todo tipo de dolor es legendario, y no se trataba sólo de resistencia: también era superación. El Guerrero Interior (la partícula de divina que hay en cada ser humano) era quien lograba esto. Pero, por supuesto, había muchas técnicas que acompañaban este proceso: limpiezas espirituales, donde combinando músicas ancestrales con objetos rituales (el sonido de una caracola marina, el agitar de una sonaja que imita el cascabeleo de una serpiente símbolo del conocimiento que bajaba de las estrellas, deformaciones con hierbas que impregnaban el cuerpo y la mente de vibraciones positivas, un cuchillo ceremonial (tekpal) que recorre el cuero eliminando energías parásitas, servían en conjunto para quitar de la persona lo que los indios llamaban costras astrales y que es la mala onda de hoy en día. Oraciones combinadas con ofrendas de flores rojas y blancas en cántaros de agua dedicados a la Pachamama o Tonanzintlalli la Gran Diosa de la Tierra protegían la salud física y mental, unían parejas, iluminaban la mente en momentos de decisiones difíciles. Baños de vapor con plantas mágicas y medicinales, llamados temascales, depuraban y desintoxicaban el cuerpo pero al mismo tiempo nos ayudarían a superar miedos de la infancia que, aunque aparentemente olvidados, crecen como hongos en la sombra de los años de nuestras vidas que van transcurriendo para transformarse en las frustraciones y miserias de la vida cotidiana. No es difícil comprender ahora cómo este conocimiento milenario puede contribuir aún para el hombre y la mujer de la agitada, moderna, citadina vida contemporánea. Y explica, también, por qué ha persistido a través de los siglos, pese a la oposición, y aún el exterminio, de las grandes religiones institucionalizadas y muchos gobiernos imperantes.

La herencia cósmica. Un conocimiento transmitido a través de los kalpullis (hermandades de conocimiento indigenista; el autor tiene el honor de pertenecer a dos de ellos, uno, Koakalko, en las mismas afueras de la ciudad sagrada de Teotihuacan, y Ahuacatitlán, en Cuernavaca, México), donde sus miembros y hombres de conocimiento, enseñan y practican aún hoy estos secretos. Donde aprendemos, por ejemplo, el sentido general de hermandad absoluta entre los hombres: su saludo ritual es Ometeótl Inlakesh, lo que se traduce como: Yo soy tu Otro Yo. Si me dañas, te dañas. Si te daño, me daño. Un ámbito donde se descubre, maravillado, el profundo conocimiento del Espacio y el Tiempo, de las reencarnaciones, del Universo, que tenían estos pueblos. Deléitense con esta oración matinal de los toltecas, que se empleaba para conectarse con el Cosmos que nos rodea y que revela el conocimiento absoluto de la leyes universales:
In icotonca omeyocan
In canin ahmo oncah tlamanti
Yezeh in iteczinco hueli quizelilliz nemohuaz,
que traducido, dice:
Soy la fracción de dualidad espacio tiempo donde no hay cosa, no hay nada, pero en su interior cabe cualquier cosa, el todo
Una más:
In icotonca omeyocan In ipampa mochi miqui Mochi caqui Inc oczepac yelohuaz Inc oczepac nemohuaz.
Que quiere decir:
Soy la fracción de dualidad espacio - tiempo por la cual todo muerte, todo abandona, para otra vez existir, para otra vez vivir.
Esto es Huehuetlatolli, la palabra de los viejos, el Conocimiento Ancestral de sentido perenne que debe ser transmitido.
DE UNOENTRERIOS
web: Cusi Huasi

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