Es inconcebible que cualquier ceremonial hopi se lleve a cabo sin la harina de maíz: tan variados son sus usos e importante su significado. Con la harina de maíz se traza el Camino de la Vida en la kiva. Se dibujan senderos de harina de maíz para el acercamiento de los kachinas. Por el contrario, los caminos y los senderos se cierran para el paso de todo ser vivo mediante líneas de harina de maíz, en la noche del terror y el misterio durante Wúwuchim. Se da la bienvenida a los bailarines kachinas con pizcas de harina de maíz. Cestos y placas con harina de maíz constituyen ofrendas comunes durante todos los rituales. El Sol naciente es saludado con harina de maíz. Mazorcas de maíz de colores designan las seis direcciones y son apiladas en la base del, altar del cacique. Se sujetan siete Madres Maíz a la vara del kachina de Aholi. Una Madre Maíz es atada a la mongko sagrada, la "ley de leyes". Los granos, tallos, hojas, harina y polen de maíz tienen usos rituales.
La
vida indígena en toda América es inconcebible sin el maíz. Planta
originaria del hemisferio occidental, el maíz ha constituido el pan de
la vida para la América indígena desde los principios del tiempo. Se
trata de elementos tan sinónimos que es difícil precisar cuál fue creado
primero: la tierra, el ser humano o el maíz. Ciertamente, el maíz es
tan antiguo que la ciencia moderna no ha podido hallar indicios directos
en cuanto a la planta silvestre de la que fue derivado y ni de cuándo
tuvo comienzo su cultivo. El maíz constituye el logro supremo de todos
los tiempos en la domesticación de plantas, pero su origen sigue siendo
un misterio botánico.
Los hopis afirman que el maíz fue creado por medios divinos para el hombre en el Primer Mundo. Cuando este mundo fue destruido y el ser humano salió al Segundo Mundo, volvió a recibir el maíz como alimento básico. Cuando este mundo se destruyó a su vez y el ser humano salió al Tercer Mundo, otra vez se le entregó el maíz como alimento. Para entonces el género humano se había multiplicado y derivado en muchas razas.
La Tierra comenzaba a ser contaminada por la maldad, al igual que antes.
Al
darse cuenta de que también sería necesario destruir este mundo, a fin
de que la humanidad pudiera Salir al actual Cuarto Mundo, el Creador
decidió averiguar en qué medida la codicia y la ignorancia habían
afectado a las distintas razas. Por lo tanto, colocó delante de ellas
mazorcas de maíz de todos los tamaños.
-Ha llegado la hora de que realicen una Salida a un mundo nuevo -les indicó-. Ahí se esparcirán, se multiplicarán y poblarán la Tierra.
Según lo que les dicte su sabiduría, escojan ahora el maíz que llevarán consigo como alimento.
La
gente hizo su selección. Algunos tomaron la mazorca grande; otros, la
larga; otros más, la gorda. Sólo quedaba la mazorca pequeña y corta.
Los
hopis la tomaron, porque era igual a la humilde mazorca original que
les fuese entregada en el Primer Mundo. Sabían que nunca se extinguiría.
El maíz hopi produce mazorcas pequeñas sobre tallos cortos y atrofiados en terrenos arenosos y cerros pedregosos, nutriéndose sólo con una lluvia ocasional. Sigue siendo un milagro de la agricultura y un alimento básico del que los hopis pueden depender. Les ha ganado el calificativo de "comedores de maíz" entre las tribus vecinas, consumidoras de carne.
Los
hopis no han olvidado su elección de la mazorca más pequeña. Todos los
años, al inicio de la temporada de recolección, el hombre acude a su
campo de maíz y escoge primero las mazorcas más pequeñas, diciendo:
-Ahora irán a casa.
Cantando
con voz baja las lleva a casa en un cesto y las entrega a su esposa.
Ella, sin depositarlas en el piso, se dirige a su cuarto de almacenaje,
donde las apila en el suelo como base para todas las mazorcas más
grandes de la cosecha, diciendo:
-Ahora, semilla, has llegado a casa.
Hay
muchas razones para la veneración hopi del maíz. Al ser creada la
Tierra lo fue con género femenino, como nuestra Madre Tierra. Su dios
tutelar, Sótuknang, recibió instrucciones para crear una sustancia que
proporcionara alimento a la humanidad. Puesto que no contaba con una
compañera femenina juntó la humedad y fertilizó la tierra, ente
femenino, mediante la lluvia, produciendo así la vegetación para
alimentar a todos los seres vivos que se movieran en su regazo. De esta
manera, el pasto se volvió la leche para los seres del reino animal; y
el maíz, la leche para el ser humano.
En
el maíz se reúnen, pues, los dos principios de la Creación. Es una
entidad sagrada que encarna los elementos masculinos tanto como los
femeninos. Cuando la planta empieza a crecer la hoja se dobla otra vez
hacia el suelo, como el brazo de un niño que busca el seno de su madre.
Al
crecer el tallo hacia arriba en espiral aparece la primera espiguilla,
que es masculina. Luego se produce una mazorca de maíz, que es femenina.
Este
momento del crecimiento corresponde a la mitad de la vida de un ser
humano. El elemento femenino, la mazorca de maíz, está listo para ser
fertilizado por el elemento masculino, la espiguilla. A continuación
aparecen los pelos del elote y el polen cae sobre la "línea vital" para
hacerla madurar y desarrollarla hasta su expresión más plena. Cuando la
espiguilla finalmente empieza a ponerse café y doblarse hacia abajo, los
elementos masculino y femenino han llegado a la vejez y al término de
su fuerza de reproducción.
La
Madre Maíz de la que recibimos nuestro alimento es, pues, una entidad
como la Madre Tierra. Su unión es tan estrecha que virtualmente son
sinónimas. Puesto que integramos su carne en la nuestra, el maíz es
también nuestro cuerpo. Por lo tanto, al hacer una ofrenda de harina de
maíz al orar estamos ofreciendo una parte de nuestro cuerpo. No
obstante, el maíz también es espíritu, pues fue creado en forma divina,
de modo que asimismo estamos dando las gracias espiritualmente al
Creador.
Todos
estos conceptos están encarnados en una maz9rca perfecta de maíz cuya
punta termina con cuatro granos completos. Esta es la Madre Maíz
guardada para los rituales. Sin ella y todo lo que provee, la vida y el
ceremonial de los hopis no podrían perdurar.
La
harina de maíz y las páhos son acompañadas por un gran número de
símbolos y observancias fundamentales, demasiados para poder enumerarlos
detalladamente en el presente contexto. La adhesión rígida a los
dictados de la tradición sólo sirve para ilustrar la red compleja y
finamente tejida del ceremonial hopi.
Cada
ceremonia es anunciada desde el techo de una casa por el Jefe
Pregonero. Estos avisos son una función del Clan de la Caña. Ninguna
ceremonia está completa sin el rito de fumar. La pipa es usada sólo por
los jefes de las Sociedades Dos Cuernos, Un Cuerno, de la Flauta y
Wuchim. Todos los demás utilizan cigarrillos de tabaco nativo liados con
hojas de maíz. La preparación del tabaco para la pipa y el cigarrillo
constituye una función exclusiva de los Clanes del Tabaco y del Conejo.
El Clan de la Arena, guardián tradicional del suelo, junta la arena
sobre la que se erigen los altares. La colocación final y la
consagración de los altares concluye los preparativos rituales para
todas las ceremonias importantes. Así como la kiva simboliza tanto el
mundo como el universo, el altar representa tanto la morada del pueblo
en que habita el ser humano como la morada de carne donde habita su
espíritu.
El
altar, la páho de la masculinidad y la feminidad, la Madre Maíz. Es
significativo apuntar que cada uno de estos objetos se equipara
ritualmente con el cuerpo del ser humano, así como la pluma, la harina
de maíz y el humo del tabaco representan su cuerpo espiritual,
pensamientos y oraciones. Tales son los fundamentos del ceremonial hopi.
Pero
ya llegó la hora de presenciar el uso dramático que se les adjudica. Ha
llegado la hora para que el telón se levante sobre el ciclo anual de
las ceremonias mismas.
No
puede exagerarse la importancia revestida por el maíz en la mitología
del Nuevo Mundo. Según el Popol Vuh, los antepasados de los mayas
quichés de Guatemala fueron cuatro hombres perfectos hechos de maíz. Los
navajos también afirman que los prototipos del hombre fueron creados de
maíz. El maíz era ya sagrado en todo el Nuevo Mundo siglos antes de que
se hiciera la primera mención de esta planta en una lengua europea, en
la anotación hecha por Colón en su diario el 6 de noviembre de 1492. No
se sabe dónde ni cuándo tuvo su origen. Las perforaciones realizadas en
depósitos subyacentes de la antigua capital azteca, Tenochtitlán, en la
ciudad de México actual, han revelado granos fosilizados de polen de
maíz, teocinte y tripsacum, todas plantas que existían desde mucho antes
de los comienzos de la agricultura en cualquier parte de América. Se ha
hallado un sinnúmero de variedades de depósitos de maíz cerca de la
antigua capital inca de Cuzco, en los Andes del Perú. Es probable que
los restos conocidos más antiguos de maíz sean los encontrados en los
depósitos de la Cueva del Murciélago, Nuevo México, y en la Cueva de
Tularosa, Nuevo México, ambos descubiertos por Paul Weatherwax (Nueva
York, Macmillan, 1954).
Publicado por Begoña Rojo en:chamanesdelmundo.blogspot.com.ar
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