El
auténtico amor no es una búsqueda para combatir la soledad. El auténtico amor
consiste el transformar el aislamiento en soledad, en ayudar a la otra persona.
Si amas a una persona, la ayudas a estar sola. No intentas llenarla. No intentas
completarla con tu presencia. La ayudas a estar sola, a estar tan llena de sí
misma o de su propio ser que no te necesite.
Cuando una persona es completamente libre, puede compartir, es el fruto de esa
libertad. Entonces da mucho, pero no supone un negociación. Da mucho porque
tiene mucho. Da porque disfruta dando.
Los amantes están solos, y un verdadero amante nunca destruye tu soledad.
Siempre será totalmente respetuoso con tu individualidad, con tu soledad. Es
sagrada. No interferirá en ella, no intentará entrometerse en ese espacio.
Sin embargo, normalmente, los amantes, los denominados "amantes",
tienen mucho miedo a la soledad de la otra persona, a su independencia. Tienen
miedo porque creen que si la otra persona es independiente, no les necesitará,
se deshará de ellos. Así que la mujer no hace más que intentar controlarlo todo
para que su marido o su novio siga siendo dependiente. Tiene que necesitarla
siempre, para que ella siga siendo valiosa. Y el hombre no hace más que
intentar lo mismo por todos los medios posibles, para que siga siendo valioso.
El resultado es una transacción, no es amor, y hay luchas y peleas
continuas. La lucha se establece porque todo el mundo necesita libertad.
El
amor permite la libertad; no solo la permite, sino que la refuerza. Y todo
aquello que destruya la libertad no es amor. Será otra cosa. El amor y la
libertad van juntos, son dos alas de un mismo pájaro. Siempre que veas que tu
amor va en contra de tu libertad, debes saber que estás haciendo otra cosa en
nombre del amor.
Permite que este sea tu criterio a seguir: la libertad es el criterio; el amor
te da libertad, te hace libre, te libera. Y una vez que eres totalmente libre,
te sientes agradecido a la persona que te ha ayudado. Ese agradecimiento es
casi religioso. Sientes que en la otra persona hay algo divino. Él te ha hecho
libre, ella te ha hecho libre, y el amor no se ha convertido en posesión.
Cuando el amor se deteriora se convierte en posesión, celos, lucha por el
poder, política, dominación, manipulación; mil cosas, todas ellas horribles.
Cuando el amor se eleva a las alturas, al cielo más puro, es libertad, libertad
absoluta.
Si
estás enamorado con ese amor del cual estoy hablando, tu amor ayudará a la otra
persona a estar integrada. Tu amor se convertirá en una fuerza cimentadora para
la otra persona. A través de tu amor, la otra persona se convertirá en un todo,
único e individual, porque tu amor le dará libertad. Bajo el paraguas de tu
amor, bajo la protección de tu amor, la otra persona empezará a crecer.
Todo crecimiento necesita amor, pero amor incondicional. Si el amor impone
condiciones, el crecimiento no podrá ser total porque esas condiciones se
interpondrán.
Ama incondicionalmente, no pidas nada a cambio. Recibirás mucho sin necesidad
de pedirlo -lo convertirás en otra cosa-, pero no seas un mendigo. En el amor
sé un emperador. Solamente da y observa qué ocurre: recibirás mil veces más.
Pero tienes que aprender el truco. De lo contrario seguirás siendo un avaro;
darás un poco y esperarás recibir algo, y esa espera y esa expectación
destruirán toda la belleza de tus actos.
Cuando estás aguardando y esperando, la otra persona siente que eres un
manipulador. Puede que lo diga o puede que no, pero siente que eres un manipulador.
Y cuando uno siente que la otra persona está intentando manipularla, se rebela
contra ello porque va contra la necesidad interior del alma, ya que
cualquier exigencia que provenga del exterior te desintegra. Cualquier
exigencia del exterior divide. Cualquier exigencia del exterior es un crimen
contra ti, porque contamina tu libertad. Entonces ya no eres sagrado. Ya no
eres el fin, estás siendo utilizado como un medio. Y el acto más inmoral del
mundo consiste en utilizar a otra persona como un medio.
Cada ser es un fin en sí mismo. El amor te trata como un fin en ti mismo. No
tiene que arrastrarte ninguna expectación.
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