PSICONEUROINMUNOLOGÍA: (Cortesía de Jorge Burgos)
Hasta ahora lo
decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la
ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean
continuamente nuestro mundo.
“Hoy sabemos
que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad
de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del
cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se
inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar
los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema
límbico, que es nuestro cerebro emocional.
Por eso, lo que
el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando”. Hay que entrenar esa
mente.
“Tengo 48 años.
Nací y vivo en Madrid. Estoy casado y tengo tres niños. Soy cirujano general y
del aparato digestivo en el Hospital de Madrid. Hay que ejercitar y desarrollar
la flexibilidad y la tolerancia. Se puede ser muy firme con las conductas y
amable con las personas. Soy católico. Acabo de publicar Madera líder (Empresa
Activa) IMA SANCHÍS – 18/10/ 2004 “
– Más de 25
años ejerciendo de cirujano. ¿Conclusión?
-Puedo
atestiguar que una persona ilusionada, comprometida y que confía en sí misma
puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar por su trayectoria.
–
¿Psiconeuroinmunobiología?
-Sí, es la
ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la
mentalidad y la fisiología del ser humano. Una conexión que desafía el
paradigma tradicional. El pensamiento y la palabra son una forma de energía
vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado de forma sostenible) de
interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos.
– ¿De qué se
trata?
-Se ha
demostrado en diversos estudios que un minuto entreteniendo un pensamiento
negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis
horas. El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy
sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación
hormonal.
– ¿Qué tipo de
cambios?
-Tiene la
capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en
el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego
sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones
adecuadas.
– ¿Tenemos
recursos para combatir al enemigo interior, o eso es cosa de sabios?
-Un valioso
recurso contra la preocupación es llevar la atención a la respiración
abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el
cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y
mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.
– ¿Cambiar la
mente a través del cuerpo?
-Sí. Hay que
sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando,
provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones
partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente, no más
razonable, llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad
de serenar nuestro estado mental.
– ¿Dice que no
hay que ser razonable?
-Siempre
encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y
esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo
queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más
importantes el qué y el porqué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la
mente se lo acaba mostrando.
–
Exagera.
-Cuando nuestro
cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta
realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretacion de la
realidad.
– Más
recursos….
-La palabra es
una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión
de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una
manera más positiva, específicamente personas con transtornos psiquiátricos,
consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los
circuitos que les generaban estas enfermedades.
– ¿Podemos
cambiar nuestro cerebro con buenas palabras?
-Santiago Ramon
y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente
que en su momento pensamos que era metáforica. Ahora sabemos que es literal:
“Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio
cerebro”.
– ¿Seguro que
no exagera?
-No. Según cómo
nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian
nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el
proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.
– ¿Hablamos de
filosofía o de ciencia?
-Las palabras
por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los
núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales.
Científicos de Harward han demostrado que cuando la persona consigue reducir
esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor
coronario pueden reducirse un 80%.
– ¿Cuál es el
efecto de las palabras no dichas?
-Solemos
confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite: la
percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la
Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por
debajo de la conciencia.
– ¿Por qué nos
cuesta tanto cambiar?
-El miedo nos
impide salir de la zona de confort, tendemos a la seguridad de lo conocido, y
esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa
zona.
– La mayor
parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente.
-Reaccionamos
según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad
es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación,
sino sólo hay automatismos. Cada vez estoy más convencido del poder que tiene
el entrenamiento de la mente.
– Deme alguna
pista.
– Deme alguna
pista.
-Cambie hábitos
de pensamiento y entrene su integridad honrando su propia palabra. Cuando
decimos “voy a hacer esto” y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro
cerebro. El mayor potencial es la conciencia.
– Ver lo que
hay y aceptarlo.
-Si nos
aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar.
Lo que se
resiste persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación.
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