A las Mujeres que Tejieron mi Alma con Amor Eterno.
Queridas **Benida, Esther, Mama Raquel, Maria Edilma, Rosalba y Rosa Tulia Duque**:
Hoy alzo mi voz y mi corazón para honrar el legado de amor que, como raíces sagradas, sostienen cada paso que doy. Ustedes, mujeres guerreras, protectoras y luminosas, han sido faros en mi camino, y hoy quiero decirles: **¡Gracias!**
A ti, Benida Morales Duque, la mujer que abrió el portal a esta vida llamada Armando.
Tu valentía y entrega fueron el primer abrazo que conocí. Gracias por ser el puente que me unió a este mundo, por el sacrificio silencioso y el amor que aún late en cada latido de mi ser.
A ti, Esther Morales Duque, mi segunda mamá, ángel de mis primeros pasos.
Tu cobijo fue mi escudo contra el frío, tus manos me enseñaron a caminar y tu mirada me recordó que nunca estaba solo. Eres la ternura que aún me acompaña en los días de tormenta.
A ti, Bisabuela Mama Raquel Duque de Morales, cómplice de mis travesuras y guardiana de mi alegría.
En tus risas y tus "alcahueterías" aprendí que el amor también se esconde en los detalles pequeños, en los secretos compartidos y en la libertad de ser quien soy. Tu sabiduría vive en mis raíces.
A ti, Maria Edilma Morales Duque, mi tía abuela y mi refugio temporal. Guerrera frontal que, tras el dolor insondable de perder un hijo, encontró la fuerza para abrirnos las puertas de su hogar y su corazón a mi hermano y a mí. Vivir a tu lado fue una experiencia única que marcó mi alma. Me mostraste la vida en toda su crudeza y su belleza: tu amor era intenso, ferozmente protector, pero también me enfrentaste a las sombras que habitan en lo humano. Aprendí de ti que la luz y la oscuridad pueden coexistir en un mismo corazón, y que hasta las cicatrices más profundas pueden ser el origen de un amor tan complejo como poderoso. Aunque el vacío que llevabas dentro era inmenso, gracias por permitirnos intentar llenarlo y, sobre todo, por elegirnos con toda tu verdad.
A ti, Rosalba Morales Duque, tía abuela y madre de los sobrinos desamparados.
Cuando el destino me golpeó sin piedad, llegaste como un rayo de sol. No solo me diste un techo, sino un refugio de dignidad y calor. Tu corazón, ancho como el mar, me recordó que la familia no se rompe… se reinventa.
A ti, Rosa Tulia Duque, mi abuela materna, alma que el destino me regaló cuando mis cimientos necesitaban raíces.
Llegaste a mi vida en mi adultez, pero en tan poco tiem*po, tu esencia se convirtió en columna firme de mi existir. Con tu risa de cascabel, tus canciones que pintaban el aire de esperanza y esos silbidos que desafiaban cualquier sombra, me mostraste que la grandeza no está en lo material, sino en la capacidad de cantarle a la vida… ¡aun cuando esta calla!
Jugamos como cómplices, reímos sin medida, y en tu mirada encontré respuestas a preguntas que ni siquiera había formulado. Gracias por enseñarme que las segundas oportunidades son bendiciones disfrazadas, y que...lo que se lleva en el Corazón no se pierde en el multiverso.
A cada una de ustedes:
Sus nombres no son solo recuerdos, sino versos grabados en mi alma.
Sus actos no fueron simples gestos, sino semillas que hoy florecen en mi gratitud.
Aunque algunas ya no estén aquí, sus risas resuenan en mi silencio, sus consejos me guían en la duda y su amor me abraza en la distancia.
**Gracias, mil veces gracias**, por ser las arquitectas de mi historia,
por demostrarme que el amor verdadero no tiene condiciones,
y por enseñarme que la familia se construye con elección, no solo con sangre.
Las llevo conmigo, en cada respiro, en cada logro, en cada acto de bondad que intento sembrar.
Hoy, mañana y siempre… su luz es mi herencia.
Con el corazón en la mano, Armando
DAHARA VIDYA...
Armando Rodriguez Morales.
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