En un mundo donde las creencias religiosas y espirituales son tan diversas como las personas que las practican, es fundamental recordar que la espiritualidad es un camino personal y único. Cada individuo tiene derecho a explorar, cuestionar y vivir su fe (o falta de ella) de manera autónoma, sin imposiciones ni presiones externas.
Lamentablemente, en muchas ocasiones, nos encontramos con fanáticos fundamentalistas que, desde distintas religiones, intentan convertir a otros en réplicas de sí mismos. No comprenden que la riqueza de la humanidad radica precisamente en su diversidad. No todos necesitamos pertenecer a una institución religiosa para sentirnos conectados con algo más grande que nosotros mismos. La espiritualidad no tiene por qué ser un producto de consumo masivo, ni un instrumento de control.
Para mí, las religiones organizadas han sido, en muchos casos, creadas por personas e instituciones con intereses económicos, políticos y de poder. Han utilizado la fe como una herramienta para controlar, manipular y aprovecharse de la ignorancia de quienes buscan respuestas en medio de la incertidumbre. Pero esto no significa que la espiritualidad en sí misma carezca de valor. Al contrario, cuando se ejerce de forma personal y autónoma, puede ser una fuente de crecimiento, paz y conexión con el mundo y con uno mismo.
Es hora de que aprendamos a respetar las diferencias. No necesitamos que todos piensen igual, crean igual o vivan su espiritualidad de la misma manera. Lo que necesitamos es respeto mutuo, diálogo abierto y la capacidad de aceptar que no hay una única verdad absoluta. La verdad es subjetiva, y cada uno tiene derecho a encontrarla (o no encontrarla) a su manera.
Invito a todos a reflexionar sobre esto: ¿Por qué temer a la diferencia? ¿Por qué no celebrar la diversidad de pensamiento y creencias? La libertad espiritual es un derecho humano, y nadie debería ser juzgado, discriminado o perseguido por ejercerla de forma autónoma.
Que este mensaje sirva como un recordatorio de que el respeto a la diferencia es la base de una sociedad más justa, compasiva y libre. No permitamos que el fanatismo nos divida; en su lugar, construyamos puentes de entendimiento y tolerancia.
¡Un abrazo!
DAHARA VIDYA...
Armando Rodriguez Morales.
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