Investigadores británicos concluyeron que los hongos alucinógenos podrían tener un potencial terapéutico en pacientes depresivos.
La guerra contra las drogas retrasó por varias décadas la investigación científica en torno a plantas y sustancias alucinógenas. Al ser proscritas social y políticamente, a los investigadores interesados en ellas no les quedó otra salida que archivar sus trabajos y resignarse a no recibir financiación.
Ahora que los discursos y políticas sobre drogas comienzan a ser más flexibles, ha renacido el interés por explorar la utilidad de estas sustancias en farmacología. En ese intento, investigadores del Imperial College de Londres acaban de publicar un trabajo en la revista The Lancet Psychiatry en el que presentaron sugestivos datos a favor del uso de hongos alucinógenos en el tratamiento de la depresión.
En el pequeño ensayo clínico que los científico llevaron a cabo suministraron a 12 pacientes la sustancia psilocibina, el componente psicoactivo presente en los llamados hongos mágicos. Los voluntarios, en promedio, llevaban 17.8 años sufriendo la enfermedad y ninguno había mostrado una respuesta positiva ni a lo fármacos antidepresivos (como los inhibidores de la recaptación de serotonina como la fluoxetina o paroxetina) ni a la terapia electroconvulsiva.
De acuerdo a los resultados del estudio, tan sólo una semana después de recibir dos dosis orales de psilocibina, los pacientes mostraron una mejoría. Más aún, tres meses después de iniciado el experimento, la depresión había desaparecido en cinco de ellos.
“Esto es llamativo en el contexto de los tratamientos disponibles”, comentó Robin Carhart-Harris, coautor del estudio. En estudios previos, otros autores han señalado la posible utilidad de la psilocibina en el manejo de ansiedad en pacientes terminales, en desorden obsesivo-compulsivo, en tratamientos contra la dependencia al tabaco y el alcohol.
Aunque los resultados con psilocibina superaron las tasas de remisión atribuidos a los antidepresivos tradicionales, los autores aclararon que esto no significa que la sustancia alucinógena se pueda integrar inmediatamente a los tratamientos de pacientes. Aún hace falta mucha más investigación al respecto.
“Nuestra conclusión es mucho más sobria, sólo estamos diciendo que sería factible hacerlo”, comentaron los autores a la revista Nature.
Glyn Lewis, investigador en psiquiatría del University College de Londres aseguró que este trabajo es lo suficientemente interesante para realizar nuevas investigaciones para el tratamiento de la depresión.
elespectador.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario