domingo, 20 de abril de 2025

**Carta a las Sombras del Ayer**

 **Carta a las Sombras del Ayer**  



Querida ["NN"],  


Hoy escribo estas palabras no para reprochar, sino para nombrar lo que callé durante años. La abuela Rosa Tulia decía que *"la sangre tira a favor"*, y ahora entiendo por qué sus palabras resonaban como un presagio. Durante décadas, creí que la paternidad se construía con sudor y noches en vela, con manos que acunaban fiebres y palabras que guiaban pasos inciertos. Crié a dos niños bajo ese juramento: uno que llevaba mi fuego en las venas, otro que, aunque juré proteger como propio, hoy sé que fue sembrado en la sombra de un engaño.  


Al menor le di todo: le enseñé a leer el cielo para encontrar el norte, a trabajar la tierra sin miedo a las espinas, a honrar incluso a quienes no lo merecen. Pero las raíces ajenas nunca se doblegan al ritmo del viento que las acoge. Hoy, ese niño es un hombre que me devuelve desprecio, que rompe con puños lo que un día construí con paciencia. Duele, no por su rechazo, sino porque confirmó lo que la vida me susurraba: **no hay amor que domestique una savia que no es tuya**.  


Tú lo sabías. Sabías que cada vez que él me llamaba "padre", yo cargaba una mentira que no elegí. Y aun así, seguí. Por él, por su hermano, por el fantasma de una familia que creí nuestra. Ahora, entre las ruinas, solo queda claro esto: el amor que di no fue en vano. Porque el amor verdadero no exige deudas, ni siquiera cuando lo pisotean.  


No te escribo para pedir explicaciones. Las mentiras tienen patas cortas, y las tuyas ya llegaron a su meta. Te escribo para decirte que, aunque el engaño manchó nuestra historia, **yo sigo limpio**. Porque mientras tú escondías secretos, yo plantaba árboles. Mientras tú jugabas con fuego, yo apagaba incendios. Y hoy, aunque mis alas estén marcadas por el cansancio, vuelan libres de tu peso.  


Atesoro al hijo que sí es mío, y al que no lo es, le suelto al monte que lo reclama. No llevo rencor: llevo la cicatriz de una batalla que peleé con honor.  


Que la vida te juzgue con la misma dureza con la que jugaste con mi nombre.  

Y que yo...Armando siga caminando.


DAHARA VIDYA...

Armando Rodriguez Morales.

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