**A quienes llevan el invierno en el pecho:**
Existen personas que, en su ceguera emocional, confunden la luz ajena con una afrenta. Gritan desde sus heridas, proyectan sus vacíos como dardos, y convierten cada interacción en un espejo roto donde solo reflejan su propia desdicha. No entienden que la vida no es un campo de batalla, sino un jardín: lo que siembras con tus manos y tu corazón, cosecharás con el tiempo.
Su veneno no es más que el eco de lo que niegan en sí mismos: inseguridades convertidas en soberbia, miedos disfrazados de burlas, carencias que pretenden llenar vaciando a otros. No perciben la oscuridad que alimentan en su interior, ni cómo sus palabras siembran tempestades donde podrían existir puentes.
Hoy elijo honrar mi paz. No con rencor, sino con la claridad de quien sabe que no puede sanar a quien se niega a mirarse. Alejarse no es egoísmo; es respeto por la propia integridad. Porque incluso el amor más puro se marchita cuando se riega en tierra árida, y nadie está obligado a ser mártir de la amargura ajena.
Este mensaje no es un reproche, sino un espejo. Quizás hoy no quieran ver su reflejo, pero quedarán las palabras: la vida es demasiado corta para cargar con culpas que no nos pertenecen. Si algún día deciden sanar, encontrarán manos dispuestas… pero primero deben soltar las piedras que guardan para lanzar.
Hasta entonces, caminaré en mi propia luz. Porque aunque nadie puede dar lo que no lleva en su corazón, sí podemos elegir dónde plantamos el nuestro.
**Que encuentren calma.
Pero lejos de mi espacio sagrado.**
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DAHARA VIDYA...
Armando Rodriguez Morales.
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**A LOS QUE SIEMBRAN TORMENTAS**
Guardan invierno en el pecho,
donde el odio es fruto del miedo;
gritan su vacío en el espejo,
pero siembran espinas al vuelo.
No ven que la vida es un laberinto
y en cada grieta crece un abismo;
culpan al mundo de su propio quiebre,
mientras envenenan su propio nido.
No es rencor, es ley de vida:
apartar la flor de la ortiga.
Nadie cura una herida
regando sal en la cicatriz viva.
Quien desprecia la luz del sendero,
termina perdido en su desierto.
Yo elijo caminar sin su cadena:
**mi paz no es moneda, es tierra buena.**
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