No
podemos cambiar nada en nuestra vida, si no cambiamos internamente.
Pero para que una transformación interna ocurra plenamente, tiene que
ser en cuatro áreas: En tus sueños, en tus pensamientos, en tus
emociones y en tus acciones.
Y cada una de éstas áreas corresponde a
uno de los cuatro elementos de los que se hablaba en antiguas
tradiciones como las de Sumeria, Babilonia, India, Egipto, Grecia,
China, Japón, la celta y la maya quiché. Todas esas tradiciones
consideraban que todo lo que existe en el universo fue creado con cuatro
elementos: Aire, fuego, agua y tierra.
Puedes darte cuenta que todos los días
interactúas con estos cuatro elementos y que son vitales para tu
existencia. Pero así como todos los días utilizas los cuatro elementos
para cubrir tus necesidades externas, todos los días interactúas también con los cuatro elementos dentro de ti.
De acuerdo a las antiguas tradiciones, el
aire se manifiesta dentro de nosotros a través de los pensamientos, la
inteligencia y la comunicación. El agua se manifiesta a través de las
emociones, los sentimientos y la espiritualidad. La tierra se manifiesta
cuando se llevan a cabo todos los actos que primero pasan por tu mente.
Y el fuego es la energía que crea y transforma todo lo que pasa en tu
vida, a través de los sueños y la sexualidad, por ejemplo.
Para tener una vida plena y en
equilibrio, es importante trabajar con los cuatro elementos. Y un
ejemplo que podemos utilizar es el valor espiritual más importante que
puede haber: EL AMOR.
Puedes encontrar el agua en aquellas
emociones y sentimientos que normalmente asociamos con el amor. Sin
embargo, el amor no termina ahí.
Es importante amar también con el aire.
Dicho de otra forma, es importante amar con inteligencia, ya que de lo
contrario, puedes terminar amando a lo idiota o a cualquier idiota, y
eso sólo te puede traer sufrimiento. Pero esto no sólo aplica a las
parejas. Cualquier padre y madre sabe que no todos sus hijos son iguales
y que a cada uno hay que amarlo de manera distinta. Lo mismo se puede
decir respecto a los amigos y a los enemigos. Amar sin la inteligencia y la comunicación del aire, no permite que el amor florezca.
También es importante amar con la tierra.
Es decir, amar con obras, ya que si el amor se queda sólo en palabras o
pensamientos, se lo lleva el aire. Frecuentemente pienso que esto es a
lo que se refieren los budistas cuando hablan de la compasión. En mi
opinión, compasión es precisamente amor en acción, ya que se
traduce en actos muy concretos como darle de comer a alguien, regalarle
tu tiempo, o ser paciente y empático con alguien cuando te insulta,
por citar algunos ejemplos. La carta del Apóstol Santiago dice que “la
fe sin obras es una fe muerta”, y creo que lo mismo podríamos decir en
relación con el amor.
Asimismo, es importante amar con el
fuego. Es decir, el amor siempre transforma lo que hay alrededor,
Siempre crea algo nuevo. Así como el amor entre un hombre y una mujer
puede tener como fruto un hijo, siempre que hay amor a algo o alguien se
transforma el universo. Puede ser amor a un nuevo negocio, a un
proyecto, a una idea o simplemente a una persona. Siempre que hay amor auténtico, de forma natural ese amor se manifiesta en forma de compromiso, y su fuego transformador altera el universo de la persona que lo expresa en su mundo.
Lo anterior lo podemos aplicar a otras áreas de nuestra vida. De nada sirve tomar la decisión de hacer algo (aire), si esa decisión no te hace feliz (agua), no la llevas a cabo (tierra), o si esa decisión no cambia tu vida (fuego).
Tal vez es por eso que en la medida que
vamos avanzando en algún aspecto de nuestra vida, el universo nos
presenta oportunidades de equilibrarnos creciendo en otras áreas. Es
decir, si logras crear mucha riqueza (tierra), esa riqueza no servirá de mucho si no logras ser feliz con ella (agua), si no cambias tu forma de ver la vida (aire), y no aprendes a ayudar a los demás creando una diferencia en su vida (fuego).
Y es que estamos tan conectados que no se
puede sanar por completo si no ayudas a los demás a que sanen un poco.
No podemos crecer si no le ayudamos a los otros a que también crezcan.
Fuente:danielmendezantillon.com
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