Una entrevista a Carlos Castaneda (Parte 1)
Carlos Castaneda, una de las figuras más enigmáticas del siglo XX, es cuestionado sobre su trabajo como escritor y como aprendiz de brujo, en una rara entrevista de 1997.
Quien se ha acercado a los libros de Carlos Castaneda estará de acuerdo que pocos libros son más atrapantes o quizás, para ser más precisos, tan embrujantes, como la saga que relata la incursión de un elusivo antropólogo sudamericano (¿un peruano críado en Brasil?) a tierras yaquis para iniciar una larga relación con el brujo Don Juan Matus, depositario de una ancestral tradición esóterica de chamanes-guerreros toltecas.
El mainstream de la sociología y de
la antropología consideran que la obra de Castaneda es ficción, una
invención de su imaginación hambrienta de poder y notoriedad, versada,
sin duda, en profundos conocimientos esotéricos: una síntesis posmoderna
de las tradiciones espirituales de diversas culturas, una adaptación
incluyendo conceptos de la física cuántica que formarían parte del
cuerpo deshermetizado del new age (la similitud entre el nagual y el
tonal con el mundo de la voluntad y el mundo de la representación de
Schopenhauer y con la totalidad implicada y la totalidad explicada del
físico David Bohm, son notables, pero esto podría ser sólo la resonancia
compartida de profundos atisbos metafísicos).
Más allá de todos los argumentos
que se puedan hacer sobre la veracidad de la obra de Castaneda, ante el
poder puro de sus textos hasta en el más escéptico germina la duda de la
existencia de este inexorable brujo del México secreto (Don Juan, valga
la distancia, es un poco el Sócrates de Castaneda) y de las realidades
alternas a las que lo lleva el entrenamiento de su percepción
(convertirse en un cuervo que percibe el mundo en negativo, emplear
lagartijas telepáticas a manera de óraculo, o tener un rendez-vouz con
el espíritu del peyote en su forma canina, por decir sólo algunas de
tono zoomórfico).
De lo que no hay duda es que a
través del arte de su escritura -brujería o literatura- Castaneda, el
arquetípico trickster que oculta diamantes en espejismos, conjura un
sistema de percepción y de filosofía práctica que toca las fibras más
profundas de la naturaleza humana, que se enfrenta al misterio de un
universo infinito, tan despiadado como maravilloso. Recordando a
Castaneda, cuya obra es en sí misma un acto de brujería, una emanación
del águila y del nagual (¿acaso ebria ante el esplendor del poder que
canaliza?), reproducimos esta rara entrevista publicada en el diario Uno
Mismo, en Chile y Argentina, en 1997, realizada por Daniel Trujillo,
vía Castaneda.com:
Pregunta: Señor Castaneda, durante
años usted permaneció en el más absoluto anonimato. ¿Qué le ha impulsado
a dejar esa condición para dedicarse hoy a difundir públicamente las
enseñanzas que, junto a sus compañeras actuales, recibió del nagual Juan
Matus?
Respuesta: Lo que nos obliga a
difundir las ideas de don Juan Matus es la necesidad impostergable de
aclarar lo que él nos enseñó. Yo y sus otras tres estudiantes hemos
llegado a la unánime conclusión de que el mundo que nos presentó don
Juan Matus está al alcance de los medios perceptivos de todos los seres
humanos. Argüimos entre nosotros cuál sería el camino adecuado.
¿Permanecer en el anonimato como don Juan nos propuso? Esto no
encontraba entre nosotros un eco placentero. El otro camino disponible
era el de difundir las ideas de don Juan: un camino inmensamente más
peligroso y agotador, pero el único que creemos tiene la dignidad con la
que don Juan embebió sus enseñanzas.
P: Considerando que usted ha dicho
que los actos de un guerrero son impredecibles, y de hecho así lo hemos
comprobado durante tres décadas, ¿podemos esperar que esta etapa pública
suya se prolongue en el tiempo? ¿Hasta cuándo?
R: No hay manera de establecer un
criterio temporal para nosotros. Vivimos de acuerdo a las premisas
propuestas por don Juan y jamás nos apartamos de ellas. Don Juan Matus
nos dio el terrible ejemplo de un hombre que vivía como él lo describía.
El ejemplo de un hombre monolítico que no tiene dos caras. Y digo que
es un ejemplo terrible porque es lo más difícil de emular; ser
monolítico y al mismo tiempo tener la flexibilidad para encarar lo que
fuera; ésa era la manera de vivir de don Juan. Dentro de estas premisas
lo único que se puede ser es un conducto impecable. Uno no es el jugador
de esta partida de ajedrez cósmico, uno es simplemente una ficha de
ajedrez. Quien decide todo es una fuerza impersonal consciente que los
brujos llaman el Intento o el Espíritu.
P: Según he podido comprobar, la
Antropología ortodoxa resta credibilidad a su obra, lo mismo que los
pretendidos defensores del patrimonio cultural precolombino de América.
Subsiste la creencia de que su obra es puramente el fruto de su talento
literario, por cierto, excepcional; mientras que otros sectores lo
acusan de un doble comportamiento, porque, supuestamente, su estilo de
vida y sus actividades son contrarios a lo que la mayoría espera de un
chamán. ¿Cómo puede zanjar estas suspicacias?
R: El sistema cognitivo del hombre
occidental nos fuerza a movernos a través de ideas preconcebidas.
Basamos nuestros juicios en algo que es siempre “a priori”, por ejemplo
la idea de “lo ortodoxo”. ¿Qué es la antropología ortodoxa? ¿La que se
enseña en el aula? ¿Y, cuál es la conducta de los chamanes? ¿Ponerse
plumas en la cabeza y bailar a los espíritus? Han acusado a Carlos
Castaneda durante treinta años de crear un personaje literario,
simplemente porque lo que yo les decía no coincidía con el “a priori”
antropológico, con las ideas establecidas en el aula o en el campo de
acción antropológico. Sin embargo, lo que me presentó don Juan sólo
podía caber en un campo de acción total, y bajo tales circunstancias
sucede muy poco o casi nada de lo preconcebido.
Nunca he podido llegar a
conclusiones acerca del chamanismo, porque para hacer esto se necesita
ser un miembro activo del mundo de los chamanes. Es muy fácil para un
científico social, digamos por ejemplo un sociólogo, llegar a
conclusiones sociológicas acerca de cualquier tema relacionado con el
mundo occidental, porque el sociólogo es un miembro activo del mundo
occidental. Pero, ¿cómo puede un antropólogo que pasa a lo más dos años
estudiando otras culturas, llegar a conclusiones fidedignas acerca de
ellas? Para adquirir membrecía en un mundo cultural se necesita una vida
entera.
Yo he estado trabajando más de
treinta años en el mundo cognitivo de los chamanes del México antiguo y
sinceramente creo que no he llegado aún a adquirir la membrecía que me
permita llegar a conclusiones, o siquiera proponerlas. He discutido
acerca de esto con personas de diferentes disciplinas y siempre parecen
entender y estar de acuerdo con las premisas que estoy exponiendo. Pero
luego se dan vuelta, y se olvidan de todo lo que acordaron y continúan
manteniendo los principios académicos “ortodoxos” sin importarles la
posibilidad de un error absurdo en sus conclusiones. Nuestro sistema
cognitivo parece ser impenetrable.
P: ¿Qué finalidad tiene el hecho de
que usted se niegue a ser fotografiado, a que se grabe su voz o se
conozcan sus datos biográficos? ¿Podría algo de esto afectar, y de qué
manera, los logros alcanzados en su trabajo espiritual? ¿No cree que
sería útil para algunos sinceros buscadores de la verdad conocer quién
es usted realmente, como una forma de comprobar que realmente es posible
seguir el camino que pregona?
R: En cuanto a fotografías y datos
personales, yo y los otros tres discípulos de don Juan Matus seguimos
los dictados de éste. La idea principal detrás de abstenerse de dar
datos personales es muy simple para un chamán como don Juan. Es
imprescindible dejar a un lado lo que él llamaba la “historia personal”.
Alejarse del “yo” resulta algo bastante engorroso y difícil. Lo que
buscan los chamanes como don Juan es un estado de fluidez donde el “yo”
personal no cuenta. El creía que este hecho afecta indiscutiblemente a
quien entra dentro de ese campo de acción, y afecta de una manera
positiva aunque subliminal, ya que estamos muy acostumbrados a
fotografías, grabaciones, datos biográficos, todos ellos engendrados por
la idea de la importancia personal. Él decía que es mejor no saber nada
de un chamán; de ese modo, en vez de una persona uno se encuentra con
una idea sostenible, lo opuesto a lo que pasa en el mundo cotidiano,
donde sólo encontramos personas con problemas psicológicos y sin ideas, y
todos ellos repletos hasta el tope del “yo, yo, yo”.
P: ¿Cómo deben entender sus
seguidores la existencia de todo un mecanismo comercial y publicitario
-al margen de su obra literaria- en torno al conocimiento que usted y
sus compañeras difunden? ¿Qué relación tiene usted realmente con
Cleargreen Incorporated y las otras empresas (Laugan Producciones,
Toltec Artists)? Me refiero a vínculos comerciales.
R: A estas alturas de mi trabajo
necesitaba de alguien que pudiera representarme en la difusión de las
ideas de don Juan Matus. Cleargreen es una corporación que tiene una
gran afinidad con nuestro trabajo, lo mismo que Laugan Productions y
Toltec Artists. La idea de difundir las enseñanzas de don Juan a un
mundo moderno como el nuestro implica el uso de medios comerciales y
artísticos que no están al alcance de mis medios individuales. Como
corporaciones afines a las ideas de don Juan, Cleargreen Incorporated,
Laugan Productions y Toltec Artists son capaces de proporcionarme los
medios para difundir lo que quiero difundir. El afán de las
corporaciones impersonales es siempre el de dominar y transformar todo
lo que se les presenta y adoptarlo a su propia ideología. De no ser por
el sincero interés de Cleargreen, Laugan Productions y Toltec Artists,
todo lo que don Juan dijo habría ya sido transformado en otra cosa.
P: Existe un sinnúmero de
personajes que de una u otra manera se han “colgado” de usted para
adquirir notoriedad pública. ¿Qué opinión le merece el accionar de
Víctor Sánchez, quien ha interpretado y reordenado sus enseñanzas para
elaborar una teoría personal? ¿O las afirmaciones de Ken Eagle Feather,
quien asegura que ha sido escogido como discípulo por el mismísimo don
Juan, vuelto a esta dimensión sólo para ello?
R: Efectivamente hay una serie de
personas que se titulan a sí mismos estudiantes míos o del mismo don
Juan, a quienes yo nunca he conocido y que puedo asegurar que don Juan
nunca conoció. Don Juan Matus estaba interesado exclusivamente en la
perpetuación de su linaje de chamanes. Él tuvo cuatro discípulos que
perduran hasta el día de hoy. Tuvo otros que partieron con él. Don Juan
no estaba interesado en enseñar su conocimiento, lo hizo con sus
discípulos a fin de que continuaran su linaje. Sus discípulos, como no
pueden continuar el linaje de don Juan, se han visto obligados a
esparcir sus ideas. El concepto del maestro que enseña su conocimiento
es parte de nuestro sistema cognitivo, pero no es parte del sistema
cognitivo de los chamanes del México antiguo. Para ellos enseñar era un
absurdo. Transmitir su conocimiento a quienes iban a perpetuar la vida
del linaje era otro asunto. El hecho de que haya una serie de individuos
empeñados en usar mi nombre o el de don Juan es simplemente una
maniobra fácil para beneficiarse sin mucho trabajo.
P: Consideremos el significado de
la palabra “espiritualidad” como un estado de conciencia en que los
seres humanos son plenamente capaces de controlar las potencialidades de
la especie, logro que se obtiene trascendiendo la simple condición de
animal, por medio de un arduo acondicionamiento psíquico, moral e
intelectual. ¿Está de acuerdo con esta afirmación? ¿Cómo se integra el
mundo de don Juan en este contexto?
R: Para don Juan Matus, como un
chamán pragmático y lleno de cordura, “la espiritualidad” era una
idealidad vacía, una aseveración sin fundamento que nos parece muy bella
porque está incrustada en conceptos literarios y expresiones poéticas,
pero que nunca pasa de ahí. Los chamanes como don Juan son esencialmente
prácticos. Para ellos sólo existe un universo predatorio, donde la
inteligencia o la conciencia de ser son el producto de desafíos de vida o
muerte. Él se consideraba un navegante del Infinito y decía que para
navegar en lo desconocido, como lo hace un chamán, uno necesita
pragmatismo ilimitado, cordura sin medida y “agallas de acero”. En vista
de todo esto don Juan creía que “la espiritualidad” es simplemente una
descripción de algo imposible de lograr bajo los patrones del mundo
cotidiano, y no es un modo vivo de actuar.
Fuente: http://pijamasurf.com/2010/10/una-de-las-pocas-entrevistas-que-conc...
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