Nuestro silencio es una
actividad diferente. Es un viaje que nos permite acceder a las otras realidades
que también están aquí. Hay cosas que son ciertas, pero no en esta realidad. El
silencio es la invisible puerta dimensional; el sonido es el vehículo inicial
que nos conduce a él cuando somos capaces de fusionarnos con el sonido sin
interrumpir el silencio.
Cuando un niño juega, no se
diferencia del juego, ningún niño juega en broma; cuando un aprendiz chamánico
actúa, se convierte en lo que hace, entonces no hay sujeto, no hay objeto, no
hay tampoco distancia, sólo una unicidad superior que se saborea sin palabras
ni explicación posible.
Nosotros somos parte de
otra historia. Nuestra estructura energética coincide con la geografía
invisible de la Madre Tierra. La vida es un momento creativo que comienza
cuando nos despertamos; el tinku es el encuentro que se da, cuando el
desaprendizaje purifica la mente del aprendiz. Quienes intentan chamanizarse
sin renunciar a la estupidez, pierden tiempo. Quienes van por la vida
empaquetados de conceptos y creencias, tienen una cortina de humo que les
impide ver y comprender la realidad.
La cultura occidental ha
producido al hombre actual y a toda esta lamentable situación. El occidental se
autocomprende y de esa manera justifica todo lo que hace y lo que no puede
justificar lo atribuye a Dios. Sabemos también que la llamada Nueva Era, plagia
los milenarios conocimientos indígenas, los cambia de nombre, los registra para
apropiarse de ellos y luego los comercializa como novedades. Sabemos también
que detrás del contenido abstracto de muchos intelectuales occidentales, yace
un vacío poblado de conceptos inconexos. Los abuelos nunca entendieron la
necesidad incontenible que tienen los occidentales, por mostrar lo que tienen,
simulacro de su vida jamás inaugurada, mientras aparentan una normalidad que
desconocen, todo ello síntoma de su colapso existencial al que se
acostumbraron.
Para el occidental la
realidad es plana, homogénea y medible. Para nosotros es diversa,
multidimensional y mágica. Nosotros sabemos hacer muchas cosas, pero de todo lo
que hacemos lo más importante es que vivimos con reverencia, ahí comienza la
magia que apadrina lo trascendental que nos muestra la vida de cuerpo entero.
El primer paso es la humildad, que traducida en reverencia nos autoriza acceder
a lo que es secreto para el arrogante. Nuestra vida es simple y profunda,
tenemos pocas necesidades, pero soñamos un mundo nuevo, donde la vida sea
posible y lo sagrado se reintroduzca en la forma de vivir.
TinkuEl tinku (encuentro)
del aprendiz con el anciano, se da en principio en silencio. Si esta elocuencia
transparente no comprende el alumno, significa que aún no está preparado. Es
preciso romper todo anclaje al sistema de creencias, convertirse en observador.
Mira adentro y afuera, observa los detalles, cuida los instantes, observándote
podrás conocerte y adquirir el poder de remodelar y el valor de rebelarte.
Asegúrate de que tu existencia no esté basada en el simulacro, como recomienda
la sociedad, cultiva tu poder acrecentando tu coherencia, la vida es una “mesa
ritual”. Recuerda que el chamanismo sólo te ofrece herramientas para
construirte una nueva vida, empero la voluntad es tu aporte, ya sabes que
aquello que no hagas, permanecerá sin hacerse.
No confundir misión con
trabajo. La primera responde a nuestra historia evolucionaria; el trabajo, es
sólo resolución de las necesidades básicas. Viviendo se piensa, ésa es nuestra
teoría y práctica. El pensamiento chamánico es meditativo. Aquí y ahora
comienza y termina la vida, lo que llamamos realidad depende del contexto. En
occidente todos quieren estar sanos, pero hacen todo lo posible por enfermarse
y gastar su energía. Viven por pedazos inconexos y aislados, creen que se
enferman por partes y que la solución también viene por separado. En chamanismo
la vida es inseparable, es holística, es decir incluye todo. Nosotros sabemos
que nuestros pensamientos influyen sobre nuestra salud, que nuestras emociones
afectan de buena o mala manera a nuestras defensas naturales, que las
relaciones interpersonales mal manejadas pueden fabricarnos úlceras, que la
falta de contacto con la Madre Tierra nos debilita y enferma, que lo espiritual
debe traducirse en una forma de vida. Así vive el guerrero chamánico. Él no
pelea contra la vida, él sabe que es la vida y que está de paso.
El mundo ha sido vaciado de
magia, la frivolidad erosiona la trascendencia. El hombre occidental olvidó
vivir y en su reemplazo, aparece ocupado trabajando y comprando, sin tiempo
para vivir. Los abuelos enseñaron que la salud es consecuencia de una forma de
vivir, que ésta procede de una forma de pensar, que todos debemos saber
alimentarnos, que esto comienza con aprender a dialogar con nuestro cuerpo, a
escucharlo y tomar en cuenta sus pedidos. Toda dieta requiere la presencia de
varias partes de la planta (raíz, tallo, hojas, flores frutos y semillas) además
de diversos colores en sus alimentos (naranja, rojo, verde, blanco, negro…)
amorosamente organizados como base de una buena dieta y compartidos por gente
de la que disfrutamos su presencia. La salud es lo primero que todo aprendiz
chamánico debe aprender a gestionar. Evita excesos y carencias, elige lo
natural. El resto, disfrutar de una vida prestada, que un día, cualquier día,
tendrás que devolver.
La magia es intrínseca a la
vida, la salud también, sin embargo no puede el pez vivir fuera del agua y
esperar tener buena salud. Quien quiera disfrutar de una vida sin sufrimiento,
precisa aprender a vivir chamánicamente en cualquiera de sus variantes. El
Universo se desdobla permanentemente, pero estos detalles multidimensionales
están reservados para los que aprendieron a ver extraocularmente. La magia no
emerge de estados extáticos aislados, sino de las relaciones profundas y con
enfoque e intención adecuadamente direccionados. Sólo puedo entenderte en
relación a tu contexto, a tu misión y al todo.
Salud es armonía y armonía
es conexión consciente con el todo. Somos la parte de la naturaleza que está
consciente de su fugacidad, somos apenas un filamento en el tejido de la vida,
de una vida que es compleja pero no complicada, porque vivir es básicamente intercambiar
energía con el entorno y es mejor hacerlo conscientemente. La vida es un tejido
y cada uno es una hebra aportando el color que sólo cada uno puede dar. Sabemos
también que la vida, nuestra vida, no existe de antemano, que precisamos
crearla constantemente. La plenitud no se copia, se fabrica en el jardín
interior que cada uno descubre cuando comienza a conocerse.
Nuestros abuelos sabían de
los átomos con otros nombres, es decir todas son viejas novedades fluyendo en
el océano de la vida, donde las olas del conocimiento van y vienen. A pesar que
destruyeron a nuestros abuelos, a pesar que quemaron nuestros escritos
sagrados, la energía no se destruye y de nuevo estamos aquí para decirle al
hombre occidental que nuestros antepasados somos nosotros y estamos aquí en
cumplimiento de la profecía.
Si la Madre Tierra nos dio
a luz, no insistamos en vivir en la oscuridad. Somos un eslabón de la cadena de
la vida, si falla uno, falla todo, porque la red se quiebra. La vida es energía
continua, la muerte es la discontinuidad que prosigue de otra manera, por ello
pensamos cíclicamente y en red. Las raíces de la vida se sumergen en las otras
realidades. ¿Quién dijo que el Universo es uno solo? ¿Por qué no pensar en un
multiverso al que sólo tendremos acceso cuando manejemos mejor la energía?
Nunca descubrirá la vida quien cree que no necesita hacer un trabajo interior,
quien considera que es suficiente tener una religión, un dogma y unos minutos
de meditación.
Vivir chamánicamente
significa vivir reflexivamente, saber que no se puede entender la vida desde un
paradigma occidental. El guerrero chamánico dialoga con la civilización pero
conserva su lucidez y su dignidad. Sabe que vivir es un proceso de observación
constante, él sabe cuándo sacar su fuerza, dónde y con quién y si no es el
momento, sabe guardar silencio y refugiarse en la humildad. Él maneja sus
emociones, no las reprime, sabe canalizarlas y transmutarlas, conoce el momento
preciso de aflorarlas sin olvidar que todo es un laboratorio de alquimia, donde
lo inferior se convierte en superior. El guerrero chamánico sabe que la
objetividad no existe, porque es imposible dejar de ser uno mismo, ni siquiera
al observar lo que vemos afuera.
El caminante chamánico
autorganiza su vida, camina sereno, siempre orientado hacia sus objetivos, él
sabe a dónde va, de manera que no le influyen las críticas destructivas, ni le
afecta la envidia. Sabe que sin creatividad, la vida carece de colores. Habita
un consenso existencial traducido en coherencia entre lo espiritual, mental,
emocional, físico, social y ecológico. Él sabe que la vida es un proceso
energético, un flujo y reflujo de vibraciones, con determinado nivel
vibracional y definida intención. Él sabe que la mente y el cuerpo son lo mismo
de otra manera, que quien no aprende a vivir, ya empezó a morir.
“O aprendemos a vivir o nos
declaramos muertos” -un día expreso el abuelo. Clausuremos el debacle
existencial. Que tu libertad encaje en tu realidad. “Recuerda” -me dijo otro
día-, “no hay meta, la meta es un pretexto para hacernos avanzar”. Como no
podemos predecir lo que nos espera, nos preparamos para todo, sin embargo es
deber de cada uno aceptar lo que no puede cambiar. ¿Seremos capaces de aprender
a vivir? Si necesitas que alguien externo te motive, estás perdido.
¿Qué es chamanismo? Es
ecología ancestral. Vivir es un proceso de observación constante. Nunca
descubrirá la vida quien cree que no necesita hacer un trabajo interior. Es un
error pensar que todo es racionalmente explicable, incluso medible. La vida no
se agota en explicaciones racionales, la capacidad racional colapsa ante la
fuerza de la magia. Si la vida fue vaciada de magia, chamanizar la vida es
encantar nuestros días, vivir encantados es hacer magia, entonces descubriremos
que el mundo es unidad autorregulada y la posibilidad de sincronizarnos con ese
proceso. La magia es intrínseca a la vida. Iveshama te provee insumos para la
plenitud, ésa es nuestra forma de chamanismo y nuestra manera de vivir con
dignidad.
A nosotros no nos interesa
un conocimiento fragmentado, desconectado del todo. Nosotros sólo podemos
entender al aprendiz en relación a su contexto multidimensional y al todo. Al
aprendiz lo conocemos, por la manera en que se relaciona consigo mismo, con los
demás y con la Madre Tierra. Todo es Pacha. Pensamos individualmente, sentimos
grupalmente y actuamos en red que nos conecta con todo y todos. Lo moderno es
obsoleto, lo novedoso es lo chamánico, la realidad fluye, la vida cambia, todo
está en movimiento, el modelo chamánico ahora se llama cuántico. Meditar es
conocerse, reflexionar es rebelarse. Nuestros ancianos viven y piensan en otra
ciencia, incomprensible para quien no está iniciado. No tiene el hombre blanco
otra alternativa que aprender a vivir.
www.chamalu.com
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